_
_
_
_
_
Reportaje:Copa del Rey | BALONCESTO

El campeón ausente

Aisa cambió la canasta a los 29 años, en pleno triunfo, por la Universidad

'La Copa es uno, dos, tres y ¡pum!'. Gráfico resumen de la competición que ayer echó a botar en Málaga. Lo hace desde su retiro universitario Juan Aisa, ex jugador de Estudiantes, vigente campeón. 'No tienes tiempo de corregir nada', abunda Aisa tan sólo unos meses después de haber cambiado la canasta y el balón por los sesudos volúmenes sobre administración de empresas que ahora, en plena época de exámenes, carga en su mochila. Pero Aisa tiene aún muy fresca la Copa. La ganó la temporada pasada y para él tiene un sabor especial: 'Es absolutamente imprevisible. Sabes que en cuatro días puedes obtener un resultado muy importante, que todo el mundo está mirándote, que es ganar o salir. Y eso hace que, emocionalmente, sea muy especial.

Nada que ver, en efecto, con la Liga o los torneos europeos, 'en los que el tiempo intermedio hace que la cosa se enfríe'. Aún más: Aisa destaca dos elementos clave para afrontar la Copa: 'La concentración y la seguridad. No puedes perder la confianza en ningún momento'. El carácter imprevisible que otorga al torneo hace que no cierre las puertas a ningún equipo. Menos aún si recuerda la edición de 1992, en la que el equipo estudiantil se proclamó también campeón: 'Nadie apostaba por nosotros'. O la del año pasado, cuando el Tau llegaba en una situación muy similar a la actual del Unicaja: 'Habían hecho una temporada muy buena, tenían un equipo buenísimo y jugaban en casa. Primer partido y se quedaron fuera'.

Desde que sorprendió a todos con su decisión de abandonar el baloncesto para proseguir sus estudios, con 29 años -acaba de cumplir los 30- y una carrera aún prometedora, Aisa apenas ha seguido la competición. 'No es que quiera desconectar', aclara; 'es que nunca he estado conectado televisivamente al baloncesto'. Desde Barcelona, donde estudia, sigue a su ex equipo, al que ha visto en tres partidos y cuya situación no estima preocupante. Apunta, eso sí, una posible clave para explicar su irregularidad: 'Cuando un equipo se acostumbra a jugar con alguien tan importante como Thompson, después cuesta adaptarse a otros jugadores'.

Concentrado en su vida de estudiante -'cuando jugamos, llevamos una dinámica diferente a la del resto de la gente'-, ha de recurrir al tópico para explicar las eliminaciones del Madrid y el Barcelona en Europa. No ha visto nada. Apenas juega una pachanga por semana con sus compañeros de escuela. 'Lo que me gustaba era la tensión de la competición: jugar dentro de un sistema por unos objetivos'. Y lo echa de menos, como los viajes y sus compañeros. Pero se reafirma: 'No tengo ganas de volver a jugar'.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_