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'El factor Pilgrim' es un ejemplo más de producción andaluza con pocos medios

Tres películas esperan que una distribuidora se fije en ellas para lanzarlas al mercado

Hoy son considerados directores de culto, pero los hermanos Coen, Jim Jarmusch, Robert Rodríguez y Quentin Tarantino suplieron la escasez de medios con altas dosis de imaginación, tanta como Alberto Rodríguez Librero y Santiago Amodeo emplearon en El factor Pilgrim. Antes de que estos andaluces rodaran con tres millones de pesetas en Londres hubo otros intentos en Andalucía que, hasta el momento, no han logrado similar repercusión. Tres películas esperan que una productora o distribuidora ponga sus ojos en ellas para que puedan ser dadas a conocer.

Amianto es, con notable diferencia, la más barata de todas las últimas producciones andaluzas. Su director y guionista, Juan Velarde, invirtió las 400.000 pesetas que ganó limpiando platos en Londres en la historia del rescate de un secuestro que no acaba nada bien. 'Después de hacer un cortometraje me marché a Los Ángeles donde estuve tres meses, allí me compré una cámara de 16 milímetros con la que rodé la película', recuerda.

A su regreso intentó sacar adelante en Andalucía un par de cortos, pero no lo consiguió, por lo que, creciéndose ante las dificultades decidió probar suerte con un largometraje. Dicho y hecho, se marchó a Valladolid, donde su familia tiene una casa y reunió a una serie de actores de teatro y otras personas que le ayudaron en la película, la mayoría sin experiencia en el cine -'el director de fotografía no había rodado antes'-. Escribió la historia en función del lugar donde pensaba rodar: 'Encontré una nave abandonada dentro de la ciudad en la que no hacía falta emplear focos porque tenía bastante luz, así que casi toda la historia la desarrollé allí', dice.

A pesar de este planteamiento pragmático el rodaje se prolongó durante cerca de tres meses: 'Dependía de la disponibilidad de los actores. A veces, tenía que rodar unos planos y al día siguiente otros porque no podían coincidir todos los de una misma secuencia a la vez'. Con todo, su principal enemigo fue su primera aliada: su propia cámara. Como no tenía batería sólo le permitía rodar planos que duraran como mucho 30 segundos. 'Por suerte', recuerda, 'conseguí que me dejaran una mejor porque era muy difícil concentrar la acción de cada plano en muy poco tiempo'. Un cúmulo de dificultades encadenadas y la falta de dinero provocaron que Amianto esté inconclusa. Aún así, su conclusión final no es negativa: 'Hay que intentarlo, no puedes quedarte de brazos cruzados esperando una subvención'.

El malagueño Ignacio Nacho sí pudo terminar Júpiter, aunque no disponga de una copia final en cine para exhibirla sino en vídeo. 'La rodamos en un formato que cada vez se emplea más en el cine, super 16 milímetros, pero la postproducción fue en vídeo, porque es más barato, lo que nos queda es pasarla a cine, pero nos quedamos sin dinero', comenta.

Esta historia sobre el conflicto que se desata durante la celebración de una boda se ha podido ver hasta el momento en la FNAC de Madrid, el festival de cine fantástico de Málaga, el de jóvenes realizadores de Zaragoza y en una sección paralela del festival de cine fantástico de Sitges.

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Ignacio Nacho la rodó en muy poco tiempo, sólo 14 noches, en las que fue testigo de cómo el equipo inicial formado por unas setenta personas (de ellos, cuarenta actores) iba reduciéndose. 'Fue muy duro porque la gente tenía que trabajar de día', recuerda. Y es que como suele suceder en este tipo de producciones nadie cobra, 'salvo el director de fotografía y los eléctricos'.

Al igual que en el caso de Velarde, la idea de rodar un largometraje procede de una frustración: 'Estuve un año trabajando como actor en el parque temático España en Japón, sacrificándome para ahorrar y rodar un corto, Taberu (comer en japonés), con el que pasé muchas calamidades, así que me juré no volver a hacer cine, pero claro, los extremos se tocan, así surgió el largo'.

Entre quienes colaboraron en Júpiter figura el compositor Antonio Meliveo (Solas, Plenilunio y Fugitivas), quien debutó en el cine con este trabajo de Ignacio Nacho y con el que ha vuelto a colaborar.

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