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Una noche decepcionante

La noche del miércoles, cuando, verdaderamente triste por el espectáculo al que había asistido en mi condición de socio del Círculo del Liceo, abandoné la sala a las 24.00 horas, no dudé en delegar mi voto al presidente de nuestra entidad. Me enteré posteriormente de que la sesión se prolongó hasta las cinco de la madrugada, y realmente me atrevo a felicitar a los integrantes de la junta de gobierno por el estoicismo y la tolerancia que demostraron en todo momento, y que muy pocos hubieran podido soportar, si la sesión transcurrió en el mismo clima de crispación que personalmente sólo fui capaz de resistir durante dos horas que me parecieron interminables.

Quienes me conocen saben perfectamente que mi postura a favor de que las mujeres puedan ser socias del Círculo del Liceo es consecuente con mi trayectoria profesional y social, que ya desde los difíciles tiempos de la dictadura, siempre he defendido las justas reivindicaciones de las mujeres.

Nunca pensé que la aciaga noche del miércoles me devolviera, como si viviera una pesadilla, a épocas de triste recuerdo. Si asistí a la junta extraordinaria, lo hice porque quería escuchar los argumentos de los opositores, que no comparto, pero que evidentemente debo respetar. Esperaba intervenciones irónicas o más o menos agudas, creía que las posturas en contra de que los estatutos del Círculo cambiaran la palabra hombre por persona serían expresadas con elegancia y respeto a todos los presentes.

En general no fue así. Los socios que asistíamos por propia iniciativa éramos una pequeñísima minoría de los casi 300 que ocupaban la sala y que coreaban con sonoros aplausos y otras manifestaciones las intervenciones de sus portavoces. En algunas ocasiones, alguno de los miembros de la junta de gobierno fue acusado de prácticas poco éticas. El presidente le rogó que no utilizará el derecho de réplica. Me pareció bien, pues la dinámica con que la mayoría opositora intentaba conducir la asamblea hubiera podido convertirse en un auténtico diálogo de sordos, en el que la educación y tolerancia que debiéramos ostentar los socios de una entidad que pretende ser una tarjeta de identidad de Barcelona, no creo que hubieran quedado muy bien colocadas.

Debo felicitar a tres socios que con discreción y elegancia, así como ateniéndose al tiempo que se les concedía y al punto que se discutía, defendieron su postura en pro de la admisión de socias. Carlos Güell recordó la positiva experiencia del Círculo Ecuestre, que dirimió, ¡hace ya bastantes años!, la misma cuestión, y con la admisión de socias se revitalizó aquella ejemplar entidad. Otros dos socios, los señores Basáñez y Antrás se manifestaron en parecidos términos, pero uno de ellos dijo algo que definió el porqué de la profunda decepción que unos pocos de los asistentes teníamos. Dijo: 'Tengo miedo a expresar lo que siento...'. Cuando tras 22 años de democracia un socio de una entidad privada se expresa así no queda otra solución que plantearse claramente la profunda fractura existente en nuestro pequeño colectivo, que exigirá de la junta de gobierno que preside Joan Anton Maragall una política educacional y convivencial ciertamente difícil.

Si algo tengo que criticar a la actual junta es que se convocara en una misma sesión el tema de la admisión de mujeres, de indudable repercusión social, con otros de índole interna. No sé si a estas alturas queda algún socio que haya votado sin sentirse presionado; si alguno lo hizo negando el derecho de la mujer a pertenecer al Círculo, me permito recordarle las palabras de Rilke escritas en Cartas a un joven poeta: 'Quizá los sexos estén más emparentados de lo que se cree y la gran renovación del mundo consistirá, quizá, en que el hombre y la mujer, liberados de todos los sentimientos erróneos y de todas las desganas, no se buscarán como opuestos, sino como hermanos y vecinos; y se realizarán juntos como personas, a fin de llevar conjuntamente, con seriedad y paciencia, el sexo, que es difícil y que les ha sido impuesto'. Quizá convenga recordar que este texto fue escrito en 1906 y se comprenderá el porqué la votación, que es secreta, dio el visto bueno a la admisión de las mujeres, que seguro aportarán un mayor grado de convivencia.

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Santiago Dexeus es director del departamento de Obstetricia y Ginecología del Instituto Dexeus y socio del Círculo del Liceo.

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