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Los dirigentes de Unió piden un grupo propio en el Parlament

El presidente relativizó anoche la crisis con sus socios y dijo que quería hablarlo todo con el líder democristiano, Josep Antoni Duran Lleida. Pujol quiere paz y armonía y no cerrar en falso la reestructuración de su Gobierno. El presidente de la Generalitat pretende que las heridas citracicen cuanto antes, pero ayer seguían abiertas y sangrando en abundancia. Al menos por parte de Unió. Y ello a pesar de que Duran -dijo ayer Pujol- conocía el nombramiento de Mas y el de Homs desde el 1 de diciembre. El presidente catalán decidió no dar publicidad a estos cambios hasta ayer, después del congreso de Unió y una vez finalizadas las vacaciones de Navidad.

Los democristianos han encajado mal el golpe de que Mas sea el sucesor designado por Pujol. No en vano Duran se había estado preparando concienzudamente para el puesto. Una vez derrotados, los dirigentes de Unió se preparan para mantener el pulso con el presidente de la Generalitat y de momento han conseguido paralizar por unos días el nombramiento. Los cambios no se harán efectivos hasta que Duran Lleida regrese del viaje de tres días de duración que como consejero de Gobernación inicia mañana a México.

Y, aunque ya han pasado las vacaciones de Navidad, Unió ha decidido preparar una larga carta a los Reyes Magos. En caso de que los resultados de la carta no colmen las expectativas del partido, Duran se planteará firmemente su continuidad en el Gobierno catalán. Después de un año de tregua, los democristianos están dispuestos a desenterrar el hacha de guerra. 'Tenemos el ánimo guerrero', aseguraba ayer un destacado dirigente democristiano. Tan movida está la cosa que ayer algunas fuentes apuntaban que Unió ha solicitado la cartera de Sanidad, la más abultada desde el punto de vista presupuestario, y que maneja anualmente cerca de 800.000 millones de pesetas. Pero los convergentes, con Mas a la cabeza, se resisten a ceder el codiciado pastel.

Lanzar un órdago

Unió sabe que la batalla por la sucesión de Pujol está perdida, por lo menos para las elecciones de 2003. Ayer mismo Duran lo reconoció abiertamente en declaraciones a la emisora Ona Catalana: 'Hace días que está demostrado que no seré candidato en 2003, entre otras cosas porque sólo podía serlo si los dos partidos se fusionasen. Y la fusión ya la hemos rechazado'. Los líderes democristianos afirman que nada será igual tras el nombramiento de Mas como conseller en cap. 'Se abre una nueva etapa', advierten los dirigentes democristianos, 'en la que Convergència ya se dará cuenta que no somos su sectorial democristiana'.

Unió quiere lanzar un órdago en toda regla a los convergentes: mayor peso dentro del Gobierno y en el seno de la coalición. 'Todo va en un paquete. O todo o nada', advierten los democristianos. Si no hay acuerdo, Duran dimitirá como consejero de Gobernación y Relaciones Institucionales.

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En cuanto al Ejecutivo, Unió reclama otra cartera. En la coalición, que Convergència acepte todos y cada uno de los puntos aprobados en el congreso democristiano del pasado diciembre en Tarragona. Es decir, paridad en todos los órganos de decisión y, en un futuro, en las candidaturas electorales.

La negociación la llevarán Jordi Pujol con Josep Antoni Duran Lleida, y Artur Mas con Núria de Gispert. Fuentes de ambos partidos confían en alcanzar un acuerdo a mediados de la próxima semana. Unió ha convocado un comité de gobierno extraordinario para el próximo viernes. A la mañana siguiente celebra un consejo nacional, en el que De Gispert será nombrada presidenta del partido. Y el domingo, los convergentes también celebran su consejo nacional. Llegar a estas citas sin un acuerdo concreto podría desencadenar una rebelión entre las bases.

Todo debe quedar atado antes, pero los dirigentes democristianos se sienten traicionados por Jordi Pujol. Designar a Mas conseller en cap significa directamente auparle como su sucesor y nombrarle candidato de facto a la presidencia de la Generalitat para las elecciones de 2003. Y los dirigentes de Unió creen que la designación de candidatos corresponde tomarla a ambos partidos. Pero sobre todo les ha irritado que Pujol haya hecho oídos sordos a la petición del congreso de Unió para que actuase por encima de los intereses partidistas. Ése fue el último cartucho que quemó Unió aun a sabiendas de que el elegido era Mas.

Jordi Pujol no se refirió ayer al futuro de Joaquim Triadú, consejero de Presidencia, cuyas competencias pasarán al nuevo conseller en cap, Artur Mas. Tampoco habló del futuro de Jordi Vilajoana, actual responsable de Cultura. Pujol aguarda a cerrar los acuerdos con Duran para mover nuevas fichas. También falta resolver quién será el sucesor de Josep Gomis al frente de la Delegación de la Generalitat en Madrid. Todos estos asuntos quedarán, inicialmente, en el aire.

De momento, con sus rotundas advertencias, Unió consiguió ayer parar el primer golpe de sus socios. Pero las declaraciones de los dirigentes democristianos y, sobre todo, de los presidentes de las distintas intercomarcales del partido, no dejan lugar a dudas sobre el cariz que ha tomado esta crisis. Los presidentes territoriales hicieron público un comunicado en el que apuestan claramente por que en el consejo nacional del próximo sábado se discuta el posible abandono por parte de Unió del Gobierno catalán. 'Es evidente que designar unilateralmente un conseller en cap como signo inequívoco de aval, obedece a un interés partidista, y nadie puede imponer a Unió el candidato que lo tiene que representar. Si el candidato tiene que ser de CDC, lo tiene que decidir CDC y UDC, no una sola persona [Jordi Pujol]', se afirma en la carta.

Los presidentes también se muestran partidarios de dejar de apoyar al Gobierno, constituyendo un grupo parlamentario democristiano propio en el Parlament. 'La estabilidad, tal y como nos fuerza el presidente Pujol, no puede garantizarse desde un Gobierno que toma decisiones partidistas que afectan al conjunto de la coalición', se añade en la misiva.

Desequilibrio de poderes

Estas opiniones fueron ratificadas también por la secretaria general de UDC y consejera de Justicia, Núria de Gispert, en declaraciones a la emisora Catalunya Ràdio. De Gispert no desmintió ninguno de estos extremos de la carta como respuesta por parte de Unió a la decisión de Pujol de nombrar a Mas conseller en cap, lo que, a su juicio, 'desequilibra las relaciones tanto en la coalición como en el Gobierno'.

Aunque no descartó que Unió abandone el Ejecutivo y que cree un grupo parlamentario propio, la consejera se mostró esperanzada en llegar a un acuerdo con sus socios de Convergència y en que, finalmente, se imponga el 'seny' entre ambos partidos.

En similares términos se pronunció Duran Lleida. 'Los cambios [en el Gobierno] se han de llevar a cabo en la medida en que los compartamos ambos partidos, aun reconociendo la potestad e iniciativa del presidente', afirmó. El líder de UDC reconoció que de no consensuar la reestructuración del Ejecutivo se 'abriría un periodo muy difícil'; 'y las consecuencias hoy no puedo anticiparlas, pero no es éste el horizonte, que no prefiguro ni deseo', añadió.

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