La Real se acoge al 'espíritu Toshack'
El club vasco paga 200 millones al Saint Étienne para fichar, hasta 2003, al técnico galés
Cuenta la leyenda que a John Benjamin Toshack le fichó la Real Sociedad en 1985 por catálogo. Que buscaba a otro, inaccesible, y algún agente le ofreció a un ex futbolista del Liverpool que había producido el milagro del Swansea: ascenderlo de la Cuarta a la Primera División. Nadie pensaba que aquel entrenador mediano de la Liga inglesa, que soñaba, y aún sueña, con dirigir a los diablos rojos, iba a convertirse en la piedra filosofal de la Real y en un punto referencial del torneo español. Toshack ha entrenado en dos etapas diferentes al Real Madrid, en tres a la Real Sociedad y en una al Deportivo. Su hoja de servicio es envidiable porque, además, entremezcla al Sporting de Lisboa, a la selección de País de Gales, al Besiktas de Estambul y al Saint Étienne.
La primera característica de Toshack es la listeza. Repasando su biografía, hay una línea que se repite con asiduidad: jugó junto a Kevin Keagan. He ahí el mérito de este futbolista que compartió con el genial extremo una definición, Little and Largue (el pequeño y el grande), que les unió en aquel emblemático Liverpool.
Lo cierto es que Toshack cosechó con ese club, que lo adquirió del Cardiff City por 110.000 libras (unos 200 millones de pesetas en 1970), 96 goles. Arconada, Zamora y compañía los recuerdan bien porque, tras un traspié estruendoso en un partido de su Liga, se los repasó una y otra vez en el viaje de regreso en autocar 'para que aprendieran a marcar goles'.
Toshack es el gran legendario, un entrenador que ha hecho de la excentricidad su envoltorio y que presume de haber inventado unas cuantas cosas. De él cuentan con regocijo sus admiradores que levantó a sus futbolistas a las cuatro de la mañana como castigo a una derrota en Langreo y él mismo dice que inventó el 4-2-3-1 como sistema táctico. Fiel al viejo espíritu inglés, abusa de la frase hecha y de la ironía como explicación casquivana de las circunstancias de una derrota, de la que siempre son responsables los futbolistas.
Experto en fugas y regresos, Toshack se ha convertido en un personaje familiar. Si el fútbol no hubiera cambiado, habría sido el Miguel Muñoz de la Real. Primero se marchó del equipo donostiarra porque quiso, en 1988, cuando le fichó el Madrid para gestionar al año siguiente la quinta del Buitre y del goleador mexicano Hugo Sánchez. Ganó una Liga, pero su carácter resultaba excesivo para una sociedad más tendente al tacto que a la revolución.
Toshack había huido de la Real dejando un proyecto que incluía el cambio de filosofía del club vasco. Los traspasos de Bakero, Begiristain o Loren influyeron en la decisión y el galés dejó dicho que la Real debía fichar extranjeros para paliar los déficits de contratación. Pero se fue. Y volvió porque su sino es volver a San Sebastián. No en vano mantiene una casa en Zarautz (Guipúzcoa), junto al restaurante Arginaño; acude a Anoeta en tiempos de holganza y concede entrevistas cuando la cuesta se empina para los donostiarras. Su currículo engordó cuatro años más para convertirse en el técnico realista más longevo tras el inefable Benito Díaz.
Luis Uranga, el presidente en funciones de la Real -ha anunciado su dimisión para el 23 de marzo-, lloró cuando anunció su destitución en noviembre de 1994 tras su segunda etapa realista, no tan fructífera como la primera. Nadie ha querido nunca prescindir de Toshack en San Sebastián. El suyo es un caso similar al de Javier Clemente, su gran amigo, en Bilbao. Su sombra es alargada.
Tanto que a Uranga, urgido por la condición de colista del equipo, la dimisión como técnico de Periko Alonso y el descrédito de su Consejo de Administración, no le ha temblado el pulso para volver al ex jugador del Liverpool, fracasado en su segundo regreso al Madrid, a cambio de 200 millones de pesetas para el Saint Étienne por la rescisión de su contrato y de dos temporadas y media de trabajo aunque el propio presidente dimita en un par de meses y a pesar de haber afirmado que Toshack sería 'un factor de inestabilidad'. La tercera llegada del espíritu Toshack está servida. No tiene por qué ser la última.
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