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La espoleta de la Gran Albania

Jorge Marirrodriga

El control de una carretera serbia se convierte en la clave del frágil equilibrio étnico en Macedonia

El control de una carretera en el Este de Europa puede ser la espoleta que haga saltar una nueva bomba balcánica. Desde hace semanas albaneses armados y fuerzas serbias se enfrentan en el sur de Serbia fronterizo con Kosovo como ya hicieron en la provincia yugoslava entre 1998 y 1999. La carretera en cuestión (la E-75) es el cordón que une Belgrado con Macedonia, si queda cortado, los eslavos de Macedonia se encontrarán rodeados por un amplio frente de territorios gobernados por albaneses y con un 20% (probablemente más) de población albanesa que exige mayor protagonismo.Oficialmente en Macedonia viven 441.194 albaneses y 1.295.964 macedonios (además de otras minorías), el problema es que los datos son del censo de 1994. Macedonia no había recibido todavía oleadas de inmigrantes albaneses de Albania y Kosovo. Además la tasa de crecimiento de los albaneses albanesa es mucho mayor que la de los macedonios. En círculos albanomacedonios se apunta a que las autoridades no quieren elaborar un nuevo censo por temor a descubrir la importancia adquirida por esta etnia. Los albaneses de Macedonia tienen un nivel de vida superior a los que viven en Kosovo, Albania o Serbia, pero, aunque teóricamente desempeñan tareas de Gobierno, se encuentran relegados políticamente y ahora ven como, uno a uno, todos los territorios donde habitan albaneses caen bajo su control.

En su discurso anual al Parlamento, la semana pasada, el presidente macedonio, Borís Trajkovski, insistió en que la colaboración y participación de los partidos políticos albanomacedonios en el Gobierno y la vida política del país es un mecanismo eficiente de eliminar las tensiones étnicas, pero al mismo tiempo recordó que los numerosos efectivos de la OTAN en el país son un "factor clave" que "contribuyen significativamente a la seguridad del país". La presencia de soldados de la OTAN es constante el país. Una base logística de la fuerza internacional para Kosovo (Kfor) está allí. El aeropuerto de Skopje, la capital, alberga destacamentos permanentes de la Alianza y el trasiego de convoyes militares procedentes del puerto griego de Tesalónica (al sur) hacia Kosovo (al norte) es ininterrumpido. La presencia militar occidental ha provocado algunos incidentes, el último de los cuales se produjo hace pocos días en un caso de prostitución de menores cuyos clientes eran soldados alemanes en la localidad de Tetovo, fronteriza con Kosovo.

"Si Kosovo vuelve a Yugoslavia, la región entera se desestabilizará", señala Arben Xhefari, líder de la comunidad albanesa de Macedonia. Con la ambigüedad característica de algunos discursos nacionalistas, Xhefari asegura que su comunidad no tiene el proyecto de crear una Gran Albania "eso es una trama serbia para demonizarnos", pero añade que "si usted pregunta a la mayoría de la gente, probablemente le responderán que quieren que los albaneses vivan en un solo Estado".

"Nadie habla de la Gran Albania, no en Kosovo", declaraba a este periódico el administrador de la ONU, Bernard Kouchner, a finales de octubre. Sin embargo, tras las elecciones locales en Kosovo se han producido diversos atentados mortales contra los líderes moderados, que quieren un país diferenciado de los demás albaneses, y se ha recrudecido la lucha guerrillera en las zonas de Serbia habitadas por albaneses. "No es un problema sólo nuestro", advierten representantes macedonios y apuntan a que en Grecia viven unos 500.000 albaneses.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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