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La agonía del lino

Las industrias transformadoras, abocadas al cierre tras el abandono de los cultivos por el escándalo de las subvenciones

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La tijera europea

El cultivo del lino iba para estrella en el sector agrario y acabó estrellado. Nunca una planta había tenido un crecimiento tan espectacular ni un desplome tan definitivo. Al hilo de las ayudas europeas (120.000 pesetas por cada 10.000 metros cuadrados sembrados), la superficie cultivada de lino pasó de unos cientos de hectáreas en 1993 a casi 100.000 en 1999. Hoy, tras el escándalo que ha supuesto el "fraude generalizado" en el cobro de ayudas, según la Fiscalía Anticorrupción, el cultivo del lino se halla en vías de extinción. Dos altos cargos del PP, con negocios familiares vinculados al lino, tuvieron que dimitir tras conocerse la existencia de tramas de cazaprimas contra las que Anticorrupción ha anunciado la presentación de siete querellas.Para la agonía del lino ha bastado que las diferentes administraciones controlasen con más celo la producción y, sobre todo, la reforma de la Organización Común de Mercado el pasado julio, reduciendo drásticamente las ayudas. Los agricultores han perdido interés para seguir con su cultivo y cerca de veinte empresas transformadoras, abocadas al cierre, apuran lo que puede ser su última campaña.

"Con unas ayudas iguales a las pagadas para los cereales y una semilla a razón de 30.000 pesetas por hectárea, es inviable seguir con la siembra del lino debido a su nula rentabilidad. Es injusto que por las acciones de unos se vean perjudicados todos los profesionales del sector", señala Ignacio Senovilla, uno de los responsables de Unión de Pequeños Agricultores y ligado al sector en Castilla y León.

La industria de transformación del lino teme también que su actividad se agote. En los últimos meses se ha llevado a cabo la transformación del lino procedente de la campaña anterior, pero para la próxima campaña las perspectivas son negativas. No se esperan grandes cantidades de lino para transformar y el cierre se plantea como la única alternativa para unas plantas cuya instalación acarreó inversiones de unos 100 millones de pesetas de media. La maquinaria no sirve para otra cosa.

El lino es un producto que se puede cultivar con buenos resultados en tierras frescas en secanos y en regadíos. Esta característica lo convertía en una alternativa perfecta en tierras dedicadas al cereal como las dos Castillas, Extremadura o Aragón.

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Frente a las ayudas por superficie entre 20.000 y 30.000 pesetas pagadas por Bruselas como compensación a la baja de los precios en los cereales, el lino ofrecía mayores ingresos: unas 120.000 pesetas por hectárea.Aunque en teoría había exigencias duras para acceder a la ayuda, la realidad era que tenía pocos controles ante la escasa importancia inicial de sus siembras. El único inconveniente era el coste elevado de la semilla, unas 30.000 pesetas por hectárea, y las exigencias de una producción mínima de paja de 1.500 kilos por hectárea.

Para facilitar el desarrollo del cultivo, diferentes industrias transformadoras se convirtieron también en proveedoras de semillas a los agricultores sin desembolso alguno para el productor con el compromiso de liquidar deudas al finalizar la campaña con el cobro de las ayudas. Otras industrias transformadoras llevaron a cabo una política de arrendamiento de miles de hectáreas para el cultivo del lino.

Sembrar lino y no recoger el producto se convirtió en un gran negocio, algo normal en muchas zonas hasta que surgió el escándado de las ayudas ante la denuncia de la Junta de Castilla-La Mancha, gobernada por el socialista José Bono. El escándalo de los cazaprimas se tradujo inmediatamente en un endurecimiento de los controles sobre los productores y sobre la industria transformadora. La siembra se resintió y cayó de 90.000 hectáreas en el anterior ejercicio a 17.000 hectáreas en la presente campaña.

Hoy, la mayor parte de las industrias transformadoras se hallan con la mirada puesta en el cierre. En los últimos meses, por inhabilitación administrativa, se clausuraron las plantas de Colino, Colisur -en las que Anticorrupción ha descubierto numerosas irregularidades- y Celitex, en Castilla-La Mancha.En la misma situación se halla la planta de Los Linares en Zamora.El resto de las plantas han seguido abiertas, trabajando al 20% de su capacidad ante la reducción de la producción de la campaña anterior.

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