El futuro del Ebro envenena la convivencia en el delta
La convivencia ha empezado a ser difícil en la zona del delta del Ebro. Los habitantes de las comarcas que lindan con el río se han dividido en dos partes que están enfrentadas hasta el insulto y la descalificación. A la cabeza de ambas posturas se han situado el alcalde de Amposta, Joan Maria Roig, también diputado de CiU, y Manuel Tomàs, portavoz de la Plataforma de Defensa del Ebro. El primero acepta el trasvase propuesto en el Plan Hidrológico Nacional, aunque sostiene que es posible, aún, negociar con el Ministerio de Medio Ambiente modificaciones sustanciales al Plan Hidrológico Nacional (PHN) que garanticen el caudal ecológico del río y la pervivencia de la cultura de la zona, tan vinculada al agua. El segundo defiende que la postura de Roig, y de CiU, expresada en las alegaciones que ha presentado el Gobierno catalán al PHN no es otra cosa que un trágala que pretende consagrar la venta del agua del Ebro, en detrimento de la comarca aunque en beneficio de algunos sectores vinculados a la coalición gobernante en Cataluña. Además de los argumentos y por encima de ellos, estos días han volado en ambos sentidos las descalificaciones, las acusaciones, los insultos, las amenazas. Palabras gruesas que envenenan la convivencia en las tierras del delta y dividen a sus pobladores.
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