Combate del pie sobre la mano
Este par de saludables muchachones, bastante fuera de la escala básica del bailarín-tipo actual, se enfrascan en un combate que contiene varias batallas: un cuerpo contra el otro, un cuerpo contra el aire, un cuerpo contra las sombras y las normas de la danza académica que usufructúan a la vez que rechazan con escarnio. La música real de esta obra conceptual la pone el cuerpo castigado (Paganini es un pretexto o puente, no es usado como ya lo hiciera Fokin o de fondo de Micky Mouse), sus respiraciones, seseos, jadeos y hasta eructos, que el cercanísimo público (dispuesto en torno al cuadrilátero negro) bebe casi con las salpicaduras de sudor. Todo ello suena a ensayo, a propuesta sin pulimento definitivo, a taller con valores a desgranar, tampoco tan novedoso en lo formal como puede parecer a primera vista.Sus poses plásticas alientan a la vez algo salvaje, una cierta mística tenebrista donde hay curiosos portés de índole esquivamente sensual, tour en l'air dobles y descompuestos a voluntad y otras figuras sostenidas con rabia y dependientes del poco extenso pasado clásico (simple y elementalmente escolar, según sus biografías) de los dos bailarines que se apuntan al bombardeo rupturista que nació en el ballet euronorteamericano de los años ochenta (se imita a Forsyhte en los oscuros a golpe de solo de violín, o puede decirse también que es un homenaje o una cita o una referencia estilística).
Dimitri Chamblas y Boris Charmatz
A bras le corps. Interpretación y coreografía: Dimitri Chamblas y Boris Charmatz. Música: Paganini. Luces: Renaud Lapperousaz. Festival de Otoño. Real Escuela Superior de Arte Dramático, Madrid. 14 de noviembre.
Al final aparece una secuencia clarificadora, casi didáctica, de irónico vocabulario y donde los artistas reconocen umbilicalidad al sistema académico al mismo tiempo que a las tendencias herméticas. Ellos acaban rotos: se lo curran lo suyo y el suelo era duro, durísimo.