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Las orejas del lobo

Italia, que ha sido siempre un país dividido y cuya existencia como Estado tiene poco más de un siglo de antigüedad, se aferra con todas sus fuerzas a la unidad conquistada. El ejemplo de otros países, como España, que han hecho profundas reformas autonómicas y sufren problemas de separatismo, insolidaridad y terrorismo, no han contribuido a animar a Italia, que actúa como si hubiera visto las orejas al lobo.El presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, se ha convertido en un paladín de esta unidad, que no se cansa de proclamar en sus continuos viajes por todo el país. "El verdadero federalismo no significa hacer de menos al Estado, sino ir hacia un Estado más cohesionado y eficiente", declaraba recientemente Ciampi. Con esta misma cautela, el Gobierno ha redactado la nueva ley de descentralización autonómica, que otorga a Roma un estatuto especial, en su calidad de capital de la República, pero se muestra tímida a la hora de referirse a las regiones que constituyen, dice, la República junto a los "municipios, ciudades metropolitanas y el Estado".

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