Florida, una cuestión de familia y matemáticas
Para los Bush, el Estado de Florida es, sobre todo, una cuestión de familia, y de matemáticas, pues están en juego 25 votos electorales de los 270 necesarios para ser el próximo presidente de EE UU. Jeb Bush es el actual gobernador y, por tanto, su hermano George W. debería ganar fácilmente este importante Estado sureño. Pero W. no las tiene todas consigo; ni tampoco el vicepresidente Al Gore, aunque le lleva una pequeña delantera. Ambos pasarán aquí gran parte de sus últimas horas de campaña, tratando de convencer a los ancianos, las minorías y los indecisos. W. desayunó ayer en Palm Beach con el predicador que le ayudó a dejar el alcohol, Billy Graham, y luego dio un mitin en un estadio de fútbol de Miami. "Confío en mi hermano menor y vamos a ganar Florida", aseguró. Jeb, mientras tanto, trataba de explicar a la prensa por qué no logra remontar en las encuestas: "En los dos últimos años han venido al Estado a vivir muchos nuevos votantes y cada elección es distinta". El candidato republicano continuó su gira por las ciudades clave, Orlando y Tampa, donde se concentran los indecisos.
El trabajo de Lieberman
Gore anunció que su fiesta fin de campaña será en la noche de hoy en Miami Beach (con la actuación, entre otros, de Stevie Wonder), y el martes, antes de ir a votar a su Estado de Tennessee, hará una última parada en Tampa.Pero su candidato a vicepresidente, Joe Lieberman, se ha recorrido el Estado de arriba abajo varias veces, apelando sobre todo a judíos, hispanos y jubilados. Estos últimos son decisivos porque componen una tercera parte del electorado.
En Florida, al igual que en el resto de la nación, las encuestas de intención de voto muestran a Bush como el favorito en las áreas rurales, y a Gore, en los núcleos urbanos.
