A paso de hombre
Se diría que la modernidad de Bill Frisell estriba en ir a contrapelo de los tiempos. Frente a la guitarra espídica y desbocada que batió récords de velocidad en los años setenta y ochenta, él prefiere poner frases descansadas y concisas en las cuerdas que quieren vibrar a paso de hombre. Pero aún más audaz resulta su asalto a la cerrazón estilística.En la sala Clamores Jazz convenció a la audiencia de que el blues, el country, el rock progresivo y el jazz pueden formar un coro compenetrado. El secreto estuvo en la argamasa, un material imaginativo y noble de invención propia que Frissell no escatimó para unir con solidez perdurable el adobe rural con el hormigón urbano. En paralelo a sus acordes rotundos y líneas intrincadas, tan aptas para desarrollar temas originales como para recrear piezas de John McLaughlin y Marvin Gaye, Frisell encontró en el fenomenal batería Kenny Wollesen a otro valioso paladín de la pluralidad. En la misma línea, el peculiar Tony Scherr se desdobló para ejercer de contrabajista profesional y de aprendiz de guitarra slide; incluso las simpáticas piezas tentativas que interpretó mano a mano con Frisell, en realidad un ensayo sobre el escenario, tuvieron sus momentos de lucidez experimental.
Bill Frisell Trio
Bill Frisell (guitarras), Tony Scherr (contrabajo y guitarra slide) y Kenny Wollesen (batería). Clamores Jazz. Madrid, 29 de octubre.