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Reportaje:

Peregrinación al horror

Unas 500 personas han acudido este fin de semana a la antigua prisión secreta marroquí de Tazmamart, situada en las estribaciones de la cordillera del Atlas, a unos 300 kilómetros al sureste de Rabat, en una marcha simbólica para "impedir que muera la memoria del pueblo marroquí".Entre los peregrinos se encontraban una docena de ex prisioneros de la propia cárcel: militares que habían participado en los intentos de golpe de Estado en contra de Hassan II a principios de los setenta y civiles que fueron encarcelados sin juicio. Esta singular movilización estuvo alentada también por Christine Daure, esposa de Abraham Serfaty, conocido líder de la oposición a Hassan II, que divulgó la existencia de este penal en 1981.

Ahmed Merzuki, subteniente del Ejército que participó en el asalto al palacio de Sjirat en 1971 y que ha dejado en Tazmamart 18 años de su vida -"toda mi juventud"-, evocó emocionado la memoria de 30 de sus compañeros "enterrados en cal viva en el patio de la prisión". Cuando Merzuki y los 57 militares restantes fueron secuestrados por los esbirros del régimen en 1973 de la cárcel de Kenitra donde cumplían penas de tres a cinco años de prisión tras el fallido intento golpista, Tazmamart era un cuartel. Hoy, 30 años después, Tazmamart sigue siendo un cuartel.

El medio millar de manifestantes -ex presos políticos, familiares de las víctimas de la represión de Hassan II o militantes de los derechos humanos- no pudieron entrar en los siniestros locales y tuvieron que limitarse a observar desde una loma cercana lo que había sido su gulag durante casi dos decenios.

"Cuando estábamos dentro", decía Merzuki, "nuestro único deseo era que algún día pudiéramos explicar al mundo el horror de Tazmamart. Hoy lo hemos conseguido". Nunca recibieron asistencia médica, la comida estaba podrida, no veían la luz del día, tenían que dormir acurrucados o en cuclillas. Los pocos supervivientes de la mazmorra tienen todos ellos secuelas físicas; algunas de ellas, graves.

A la caída de la tarde, en un acto conmemorativo de gran tensión emocional, el cuartel quedó rodeado por centenares de velas encendidas en memoria de las víctimas; de Tazmamart y de otras cárceles del régimen, como la de Kelaa Meguna, ciudad que realiza un "festival de las rosas" todos los años en presencia de centenares de turistas, y en donde 300 saharauis fueron encarcelados en secreto en los años ochenta y liberados a mediados de los noventa; o la cárcel de Dar el Mokri, en el mismo centro de la capital, Rabat, antiguo palacio residencial de un dignatario marroquí de la época colonial opositor del sultán Mohamed V.

"Queremos que por fin la justicia haga su trabajo, porque nuestros verdugos siguen ahí. Nos han hecho daño voluntaria y gratuitamente. Todo el mundo debe responder de sus actos, desde el director de la prisión hasta el último guardián", decía Midhat Bureqat, un civil secuestrado en 1981, junto a sus dos hermanos, Yazid y Alí, y encerrado sin ningún tipo de enjuiciamiento en Tazmamart hasta su liberación, 10 años más tarde. Dos de los hermanos han hecho el viaje de vuelta a Tazmamart "para que esto no se olvide nunca".

La peregrinación fue organizada por el Foro de la Justicia y la Verdad, una organización nacida hace ahora un año al calor del cambio tras la muerte del rey Hassan II, y que pretende "preservar la memoria, sacar a la luz las desapariciones forzosas y perseguir a los culpables". Hassan II negó durante años la existencia de estas prisiones secretas, y cuando se vio obligado a admitirlo, dejó entrever que había sido arrasada, que ya no existía.

Las víctimas de la represión de los llamados años de plomo de la dictadura han querido de este modo conmemorar a los muertos y desaparecidos, reclamando que se haga la luz sobre las atrocidades cometidas y que se devuelvan a sus familias los restos mortales de los que perecieron en las cárceles. Pero muchos de ellos no han querido sumarse a la peregrinación. La Asociación Marroquí de Derechos del Hombre (AMDH), formada por ex presos políticos y militantes de izquierda, boicoteó la ceremonia por haber sido invitados a la misma "representantes de la Administración penitenciaria, del Ministerio de Justicia y del Consejo Consultivo de los Derechos del Hombre, así como del Parlamento", que, según la AMDH, "nunca asumieron sus responsabilidades por las atrocidades cometidas".

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