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ETA no puede vencer

Probablemente, la principal cuestión que la España democrática tiene pendiente de solución es el encaje de Euskadi en el Estado, una de cuyas manifestaciones más lacerantes es la de la violencia de ETA. El problema, desde la perspectiva política, no es que ETA sea un grupo más o menos numeroso, sino que la estrategia de ETA esté apoyada por entre un 16% y un 18% de la población vasca, es decir, que entre 166.000 y 224.000 personas apoyan las acciones de ETA. Ése es el problema vasco.Las ideologías de los ciudadanos que forman una sociedad suelen analizarse desde distintos ejes. Un primer eje de análisis, el tradicional en sociedades como por ejemplo la de aquella parte de la sociedad española de lengua monolingüe castellana, es el eje derechas e izquierdas. A grandes rasgos, puede afirmarse que los ciudadanos de aquella sociedad se posicionan política y electoralmente atendiendo a si se consideran más de derechas o de izquierdas. Un segundo eje de análisis, aplicable adicionalmente sólo a sociedades donde conviven nacionalismos distintos, como por ejemplo sucede en Euskadi, lo constituye el eje nacional. Así, una parte importante de los electores de dichas sociedades no se posicionan sólo en función del eje derecha o izquierda, sino también y en ocasiones fundamentalmente en función del eje nacionalismo vasco o nacionalismo español. Estos dos ejes se superponen y de ello resulta un sistema de partidos distinto del sistema de partidos del resto del Estado.

Actualmente ante la grave situación en la que se encuentra Euskadi debe acudirse a un eje más básico, previo a los anteriores. Se trata del eje demócratas o no demócratas, es decir por una parte aquellos que aceptan que el poder viene de los ciudadanos, y que lo que decide libremente la mayoría de éstos debe acatarse por las minorías, las cuales tienen derecho a expresar su opinión discrepante en libertad, y por otra parte aquellos que quieren imponer sus dictados mediante la violencia, con independencia del apoyo popular de que dispongan.

Para buscar la solución al problema vasco todos los demócratas, tanto si son de derechas como de izquierdas, nacionalistas vascos y nacionalistas españoles, deben pactar una estrategia común con el objetivo de debilitar política y socialmente a la opción no democrática, sin perjuicio de la aplicación de las sanciones penales correspondientes a quienes infrinjan la ley, atrayendo hacia opciones democráticas a quienes apoyan electoralmente a Euskal Herritarrok, haciéndoles ver que sólo en democracia todas las opciones son posibles. En la búsqueda de esta estrategia común es imprescindible la participación de todos los partidos democráticos incluidos, obviamente, el Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna, a quienes no les es exigible que renuncien a sus objetivos estratégicos independentistas. No puede seriamente pensarse en la búsqueda de soluciones excluyendo a los representantes de una parte tan significativa de la población. Los demócratas deben buscar conjuntamente una salida a la situación de bloqueo en la que se encuentra Euskadi, con independencia de sus posiciones ideológicas y nacionales respectivas, todas ellas respetables. La democracia es el presupuesto para que puedan haber posiciones ideológicas y nacionales distintas.

Por el contrario, la estrategia de Euskal Herritarrok se centra en el aspecto nacional: aglutinar todo el nacionalismo vasco, de derechas y de izquierdas, democrático y no democrático, para avanzar hacia el independentismo, liderando el movimiento. Sin embargo ETA no puede vencer porque está fuera de la realidad. Los ciudadanos vascos deben formularse un conjunto de cuestiones como qué tipo de sociedad pretende establecer ETA mas allá de la independencia; si el Estado vasco que propugna ETA podría integrarse en la Unión Europea; de qué tipo de izquierda se autoproclaman; si cesaría la violencia etarra en el supuesto de que el Gobierno vascoestuviese formado por un partido o coalición, vasco por supuesto, pero distinto al preferido por ETA; qué política debería seguirse con los españolistas que viviesen en Euskadi; si tendrían derecho a voto; si debería previamente aplicarse una limpieza étnica...

A pesar de la espectacularidad de los asesinatos, de las extorsiones, de la violencia callejera y de las limitaciones a la libertad de expresión, ETA no puede vencer. ETA no puede vencer porque entre el 82% y el 84% de la población vasca, integrada por demócratas, no sólo no está con ellos sino que está contra ellos y lo pone de manifiesto día a día.

Claramente, ETA puede matar pero no puede vencer ni militar ni políticamente, precisamente porque el ejercicio del derecho de autodeterminación sólo es posible en democracia.

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Francesc Pau i Vall es profesor de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra.

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