Jean-Marc Barr dice que "no hay que tomarse Dogma muy en serio"
Jean-Marc Barr trabajó en Rompiendo las olas a las órdenes de Lars von Trier, impulsor del movimiento Dogma 95, y comparte su filosofía de que hay que rescatar lo esencial del cine: una buena historia y una buena actuación. Pero el actor, reconvertido en director, no convierte en Biblia sus controvertidos postulados. Destaca sus bondades y vocea sus defectos. "Dogma es un estado mental creado por dos daneses que estaban borrachos una noche. No hay que tomarlo muy en serio. Creo que es una alternativa, pero hay que dejar sitio para todo tipo de cine". Lo dijo ayer en el Festival de San Sebastián, horas antes de que se pasara Too much flesh, la segunda parte de una trilogía sobre la libertad (de amor, sexo y pensamiento) que codirige junto a Pascal Arnold y protagoniza.Barr como von Trier busca rescatar lo esencial del cine, defiende que un realizador debe despojar a la historia de lo inecesario. Lo demostró en Lovers, primera película de la trilogía y ahora en esta segunda entrega de cine intimista. La película, protagonizada por Rosanna Arquette y Elodie Bouchet -considerada como la Juliette Binoche del siglo XXI-, se rodó en Estados Unidos. Querían hablar de libertad sexual en un "país puritano" y cuestionar los valores de "una democracia que da lecciones al mundo" y destapar su hipocresía. Los cineastas plantean la reflexión a través de una historia ambientada en una pequeña localidad de Illinois, donde un hombre de 35 años que aún no ha consumado su matrimonio de conveniencia descubre su sexualidad con una forastera.
Y lo hacen con "recursos limitados pero con libertad absoluta, desde el guión hasta la producción". Porque también Arnold comparte la filosofía de Barr. Cree como él que "Dogma ha sido una provocación pero también una reacción al sistema de Hollywood que se nos impone cada vez más. Demuestra que no todos tenemos que hacer películas de 50 millones de dólares con actores cada vez más insípidos y realizaciones que se parecen todas".
