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Tribuna:LAS CLAVES DE LA SEMANA
Tribuna
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Plétora de candidatos

Es tan grande el vacío de liderazgo entre los socialistas valencianos que, en buena lid, o tan buena como la que se viene desarrollando, casi todos los militantes tienen méritos bastantes para postularse a la secretaría general del partido. De ahí que en vísperas de las jornadas congresuales haya media docena de ellos en danza vendiendo su pescado a lo largo y a lo ancho del país, sin que podamos establecer diferencias notables entre sus ofertas o expectativas de triunfo. Nadie está en condiciones de afirmar cuáles son sus poderes. Con excepción de Amador García, de cuya trayectoria se sabe poco, pero cuya temeridad está reconocida, los demás presentan una acreditada y similar hoja de servicios. En tales circunstancias resulta extremadamente difícil -y sin duda ocioso- pronosticar por uno u otro de los competidores.Otra cosa acontecería si el llamado bloque renovador hubiera permanecido unido desde que se constituyó como frente anticiscarista. En su mano ha tenido la oportunidad de eludir esta plétora de candidatos y la enorme fragmentación de los electores de haber sido capaz de articular una propuesta razonable y alumbrar un representante. Como alguno de sus conspícuos miembros afirma, el bloque significaba la mayoría real y moral. Pero, como es evidente, la argamasa que lo sostenía era la beligerancia contra el ex consejero de Cultura, Ciprià Ciscar, con la agravante de no tener a nadie de su talla política para oponérsele. Y no teniendo un gallo, ni la humildad o el instinto para promoverlo, les ha crecido una gallera condenada a picotearse entre sí y disputarse el mismo comedero.

En contrapunto, mientras los renovadores se han disgregado, propiciando incluso la aparición de candidatos imprevistos, las huestes ciscaristas han cerrado filas y hasta han acrecido su influencia, que ya evalúan en un 40 % de los delegados. Será ese u otro porcentaje algo inferior, pero a nadie se le oculta que resultará determinante para ganar el congreso y para estabilizar el partido. Tiene uno la impresión de que al ex consejero le ha bastado sentarse a la puerta de su tienda y resistir para convertirse en el árbitro de la situación.

En este trance, la clave del asunto consiste en saber si el dicho árbitro alienta alguna preferencia personal o política, o por lo contrario, sabedor como nadie de cuán chato e intercambiable es el perfil de los contendientes, optará por la salida que mejor asiente el futuro del partido y, al mismo tiempo, le permita ser una pieza activa de su organigrama. Más claro, hay que contar con Ciscar para el gobierno del PSPV, pues él sí puede decir y dice estos son mis poderes.

Desde este punto de vista ya se colige que no todos los candidatos en liza están en condiciones de abrir tal negociación. Bien porque dinamitaron los puentes con el ciscarismo, bien porque los tienen tendidos con el lermismo residual. Son los que antes que nadie van a quedar descolgados de la carrera y se conformarán -que no otro es su discreto propósito- con un pedazo de pan en la próxima ejecutiva. Y dicho esto, dispongámonos a contemplar con la sardana vertiginosa de los aspirantes y el ceremonial de amores y desencuentros que, en el peor de los trances, nunca deben terminar por entronizar a Juana Serna en la presidencia del partido, como alguien ha sugerido.

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