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La sensibilidad urbana frente a "artefactos muy potentes"

El arquitecto Josep Llinás cree que en España se empieza a tener sensibilidad frente a estos "artefactos muy potentes" que tienen su espacio en el tejido urbano. Llinás forma parte del jurado que estudiará las propuestas de los talleres del tercer seminario internacional de arquitectura industrial, que se celebra en el Centro Cultural Montehermoso, de Vitoria. También figuran en el mismo Dominique Perrault, Simón Marchán, Adalberto Dias y Massimo Carmassi.Aunque los proyectos recientes de Llinás, como la biblioteca central de Terrasa, el Ayuntamiento de Vilaseca (Tarragona) o la reforma del Museo de Historia de Barcelona, no han tocado zonas industriales, acaba de realizar una propuesta para una zona de Poble Nou, en Barcelona, dentro del plan de transformación en el área de la Villa Olímpica, como si fuera un "contra Ensanche". Llinás es partidario de conservar la estructura formal de estos grandes edificios, situados "entre la máquina y la arquitectura", para que funcionen con otros usos.

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Los límites

El urbanismo del siglo XIX estableció las "áreas residenciales, obreras, burguesas, militares o industriales", que quedan rotas y sin límites con el crecimiento de la ciudad, según Carlos Sambricio, catedrático de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo. Estas zonas industriales que han quedado obsoletas se han convertido en operaciones urbanísticas. Sambricio alerta sobre el fenómeno de la recalificación a través de los "incendios involuntarios" y señala la necesidad de respetar las obras emblemáticas de edificios sin uso, como fábricas, estaciones, iglesias o cuarteles. Este fenómeno se ha seguido en los muelles de Londres y en las fábricas Perelli, de Florencia; Fiat, de Turín, y la UFA, de Berlín.

En España, Sambricio pone el ejemplo del Gasómetro de Gijón y su integración en el paisaje urbano, aunque los testimonios de la ciudad industrial afectan a todo el conjunto. Se duele de derribos, como la fábrica de la Moneda, en la actual plaza de Colón, de Madrid, o una gasolinera de Martínez Shaw, también en Madrid, pero confía en el ejemplo europeo de respeto al patrimonio industrial y las campañas del Consejo de Europa. "Los conjuntos industriales no se valoran. Hasta ahora había más destrucción, pero ahora el tema preocupa a políticos y urbanistas".

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