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Pinochet reaparece en público durante un acto en memoria de militares muertos en Chile

En medio de gritos fervorosos de sus partidarios, el ex dictador Augusto Pinochet inauguró ayer en la fundación que lleva su nombre un memorial a las víctimas, especialmente militares, de "actos terroristas" entre 1969 y 1991. Es el primer acto político al que asiste el ex general desde que en marzo regresó de Londres, donde estuvo detenido 503 días. Ayer se cumplían 27 años desde que Pinochet fue nombrado comandante jefe del Ejército por el presidente Salvador Allende, a quien traicionó días después para sumarse al golpe de Estado.

Al acto asistieron unas 300 personas, entre representantes del Ejército y Carabineros, generales en retiro, ex altos funcionarios de la dictadura y dirigentes de la derecha. El ex dictador no se salió del libreto y se limitó a cortar la cinta frente al mural de madera, donde están las placas de bronce con los nombres de los caídos. En total 336, en su mayoría militares y carabineros (policía militarizada), aunque también hay nombres de civiles.Sin embargo, el memorial no incluye a los militares muertos por agentes del régimen. El ex ministro del Interior de Pinochet, Sergio Onofre Jarpa, explicó que con el monumento buscan combatir la "falsificación de la verdad histórica" realizada por la izquierda. Este nuevo mural es similar al ubicado en el cementerio general de Santiago, que hace homenaje a las víctimas del régimen militar (1973-1990).

Caminando con alguna dificultad y apoyado en un bastón, Pinochet ingresó sonriente a la fundación, acompañado de su esposa, Lucía Hiriart, y saludó a los asistentes, entre ellos, el jefe de la guarnición militar de Santiago, general Sergio Candia,que acudió en representación de la cúpula militar. Al final del día, el Gobierno chileno envió una nota a la jefatura mayor del Ejército expresando su malestar por la presencia de Candia en lo que calificó de "acto político".

La liturgia pinochetista de la ceremonia, de unos 40 minutos de extensión, recordó los años en que el general fue poderoso, incluidos himno nacional y gritos de "¡Chi-chi-chi-le-le-le, viva Chile Pinochet!".

El orador principal, el empresario Hernán Briones, presidente de la fundación, pidió respeto a la ley de amnistía que dictó el Gobierno militar como un instrumento de pacificación. Dijo que la lista de víctimas es un homenaje a los "mártires que sacrificaron sus vidas por un fin noble: crear en Chile una sociedad libre y justa". Después, culminó su discurso llamando a "unirse olvidando los errores del pasado, que fueron consecuencia de acciones y reacciones que jamás debieron ocurrir". Yolanda Vergara, viuda de un carabinero muerto en un tiroteo el 11 de septiembre de 1973, pidió justicia para los caídos de las Fuerzas Armadas. Al término de la ceremonia, Pinochet sostuvo una sorprendente reunión de 40 minutos con los directivos de la fundación.

Al mantenerse en silencio, Pinochet no cruzó el umbral de riesgo y se limitó a seguir como un icono viviente el ceremonial. La defensa de Pinochet está embarcada en una estrategia en la que, por un lado, quiere reivindicar, con apariciones públicas en actos como el de ayer, la imagen y la obra del régimen dictatorial que se mantuvo durante 17 años. Pero, por otro lado, el del plano jurídico, está dispuesta a replantear al juez Juan Guzmán, que investiga las querellas contra el ex dictador, que éste no se encuentra en condiciones de salud para enfrentar un debido proceso, por lo que insistirá en la necesidad de que se le practiquen exámenes médicos. Así lo hizo la defensa ante la justicia al intentar mantener infructuosamente el fuero parlamentario de Pinochet, aunque recalcando que el anciano no está loco, ni senil.

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Después de la inauguración del mural, el hijo menor del ex general, Marco Antonio Pinochet, dijo que su padre no pondrá obstáculos a declarar ante Guzmán, pero que la familia y la defensa no admitirán sólo examenes mentales, como obliga el Código de Procedimiento Penal. Pinochet, hijo, aseguró que la salud de su padre está muy deteriorada, "con varios problemas que no saltan a la vista", además de los ya conocidos, y espera que el juez lo tenga en cuenta.

Por otra parte, la quinta sala de la Corte de Apelaciones resolvió ayer, por dos votos contra uno, dejar en libertad al general retirado Sergio Arellano, que fue el jefe de la caravana de la muerte, previo pago de una fianza equivalente a 3.600 dólares (aproximadamente 650.000 pesetas). Uno de los abogados querellantes en este proceso, Hugo Gutiérrez, criticó como "inoportuna" una resolución que "deja en libertad provisoria a un criminal", aunque destacó que Arellano continúa enjuiciado y pidió ampliar los autos de procesamiento en su contra y de los restantes miembros de la comitiva militar por el secuestro calificado de dos prisioneros políticos, que fueron ejecutados en Cauquenes.

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