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Altos funcionarios civiles de la dictadura de Pinochet coordinaron la represión

El Ministerio del Interior de Chile dirigía toda la "acción antiterrorista y antisubversiva" de la Central Nacional de Informaciones (CNI, la sucesora de la DINA a partir de 1978) y de las policías de Investigaciones y Carabineros, como de manera eufemística llamaban en la dictadura de Augusto Pinochet a los encargados del combate contra la oposición al régimen militar. Así lo establece un documento de la policía civil de 1985, firmado por quien entonces era su jefe, el general Fernando Paredes -que hoy encabeza el Círculo de Generales en Retiro-, y que reveló el diario en Internet El Mostrador. Este texto viene a ratificar, tal como se sospechaba, que la represión fue una política institucional, en la que también participaron funcionarios civiles del régimen. El documento es coherente con otro de Interior fechado en 1980, en el que se establece que la Unidad Antiterrorista será empleada por decisión de Pinochet para combatir a la subversión. Ambos textos están en manos de los jueces que investigan asesinatos de opositores cometidos en 1986 (cuatro personas) y en 1987 (Operación Albania, en la que fueron ejecutados 12 militantes izquierdistas), y los abogados querellantes han pedido que Paredes sea citado a declarar.

Según el documento firmado por Paredes, "la dirección política de la acción antiterrorista y antisubversiva será ejercida por el Ministerio del Interior". Agrega que los detenidos por las policías "por delitos de carácter terrorista serán puestos a disposición del Ministerio del Interior".

Sin embargo, de los 70 procesados por violaciones a los derechos humanos en la dictadura sólo 17 son civiles. Se trata de personas de poca relevancia, ex agentes de los aparatos de seguridad. "En los procesos, en general, se ha ido buscando a aquel que ejecutó la orden, la solución final, al degollador, al que puso la bomba, y muy difícilmente se ha llegado más arriba. No se han buscado las responsabilidades penales institucionales", afirma el abogado Roberto Garretón, quien recuerda que "Hitler nunca mató a nadie con sus manos. Lo hacían otros...".

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