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Francisco Marcos: "La emoción no es lo habitual de la fiesta"

Juan Pedro Alcantud

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El torero Francisco Marcos

Ponce, El Juli y Marcos. "¿Quién es Marcos?" La pregunta, obviamente, era de un extranjero y además nuevo en Pamplona. "Es el hijo de Marquitos", contestaba uno de la butaca de al lado con la familiaridad que da el ser navarro. Es decir, el señor de la respuesta y Marquitos, los dos navarros. Hay cosas que unen mucho. Pronto se daría cuenta de quién es Francisco Marcos. Al primer toro le cercenó una oreja. Al segundo, un animal con todas las dificultades, se la mordió. En cualquier caso, ni una figura ni otra le mojaron ninguna de los dos pabellones auriculares que luce desde bien temprana edad. "El segundo era un toro con emoción y, por desgracia, la emoción, que debería ser lo fundamental, no es lo habitual de la fiesta. La gente se ha dado cuenta enseguida y es de agradecer", comenta de carrerilla.

Se afanaba Marcos con ese último morlaco de la tarde (el que lucía más trapío intacto) y la sombra solicitaba a las peñas un poquito de tranquilidad. La emoción estaba donde tenía que estar: en la arena. "Llevo viniendo mucho tiempo a Pamplona y sí, puedo decir que no es nada común que se pida silencio", dice.

Francisco Marcos, de 22 años, viene a los sanfermines desde 1995 de forma ininterrumpida. Desde el año en que debutó con picadores. En consecuencia, pocos públicos están familiarizados con la estrella local como el de la capital navarra. Este año se presentaba a su gente como matador de toros y lo hacía, ni más ni menos, que acompañado por la cabeza del escalafón. "La verdad es que la gente de aquí se ha portado de maravilla conmigo".

El 26 de julio de 1999 tomó la alternativa en Santander. Le impuso el doctorado Curro Romero con José Tomás en calidad de testigo. Esa misma temporada la terminó con seis corridas. En lo que va de año, sólo el pueblo de Fitero ha sido testigo de su evolución en silencio. La corrida de ayer, en la atronante Feria del Toro, era su segunda comparecencia de 2000.

"Uno siempre sueña con lo máximo", dice para intentar justificar el curso de su carrera, "pero no puedo decir que las cosas me vayan mal. Al contrario, he toreado en Pamplona y con las figuras. He entrado en el mejor cartel". Lo que le queda, puntualiza, no es otra cosa que "esfuerzo". Y en eso está: esforzándose. "Sé que la temporada está prácticamente cerrada y que en las ferias importantes no voy a entrar, pero algún compromiso tengo", comenta. En el calendario de citas está, por ejemplo, Santander. ¿Y Madrid? "Veremos. Nunca, ni de novillero, he ido a Las Ventas. Confío en poder confirmar la alternativa pronto".Por otra parte, el banderillero Juan Pedro Alcantud se restablece en el hospital Virgen del Camino de Pamplona de la cornada que sufrió anteayer en la rodilla. El pronóstico, sin embargo, continúa siendo grave.

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