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Chirac convoca el referéndum para reducir la presidencia a cinco años

Coincidencia temporal

Con permiso de los ciudadanos, que deben aprobarlo en referéndum, Francia abandonará este año el septenato presidencial, instaurado en 1873 y elemento distintivo de la arquitectura institucional de la V República. La reforma constitucional, que reduce de 7 a 5 años el mandado presidencial, será sometida a consulta popular el próximo 24 de septiembre, según anunció el jefe de Estado, Jacques Chirac, en un mensaje solemne difundido por las radios y televisiones a las ocho de la tarde. De conformidad con el primer ministro, Lionel Jospin, el presidente ha optado por la fecha más cercana posible para evitar que la campaña desfigure o desestabilice la presidencia francesa de la UE. Aunque Jacques Chirac se atribuyó anoche la iniciativa de la reforma, quienes cantan victoria estos días son el ex presidente Valéry Giscard d'Estaing y la izquierda socialista, que ha promovido el quinquenato en la creencia de que reducirá notablemente los casos, como el presente, de cohabitación forzada entre un presidente y un primer ministro de signos políticos opuestos.

Se supone que la coincidencia temporal, con el intervalo de unas semanas, de las elecciones legislativas y presidenciales debe acreditar, en ambos casos, la misma mayoría política. La propuesta parlamentaria de Giscard d'Estaing de introducir el quinquenato ha forzado finalmente a Jacques Chirac a aceptar una reforma que ha venido rechazando invariablemente todos los últimos 14 de julio, día de la fiesta nacional. En el discurso dirigido a la nación el pasado año, Chirac volvió a afirmar que el quinquenato sería un error en cualquiera de sus formas. "En consecuencia", dijo, "yo no lo aprobaré". Ayer, por el contrario, el jefe de Estado francés afirmó que el quinquenato contribuye a mejorar "la respiración democrática" y permite a las instituciones francesas "adaptarse al ritmo de nuestro tiempo". Chirac invitó expresamente a los ciudadanos a "movilizarse" y "comprometerse" en la aprobación del quinquenato. Su llamamiento a aprobar la reducción del mandato presidencial contó, esta vez, con un grado de convicción muy superior al que mostró el pasado 5 de junio. En aquella fecha, tras dar a entender que prefería que la reforma fuera aprobada en referéndum, añadió: "Si la respuesta es sí, estará bien; si es no, estará bien".

Los efectos desmovilizadores de esa actitud ambigua han quedado registrados en las posteriores encuestas que anuncian una abstención masiva, al tiempo que una adhesión popular al quinquenato muy general, de hasta el 75%. El supuesto apoyo ciudadano a la reforma dista mucho, sin embargo, de tener un fiel reflejo en el plano político institucional. Por razones bien diversas -desde quienes rechazan el quinquenato porque no incluye otras reformas modernizadoras de calado, hasta quienes lo consideran el acta de defunción de la V República y una traición al gaullismo-, la división sobre el asunto atraviesa la totalidad de las formaciones, además de generar el abstencionismo crítico en bloque del PCF y el rechazo frontal de la extrema derecha y de los conservadores soberanistas de Charles Pasqua y Philippe de Villiers.

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