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La oposición serbia teme a los 'escuadrones de la muerte' a sueldo de Milosevic

Hasta hace poco, el jefe del Movimiento Serbio de Renovación (SPO), Vuk Draskovic, justificaba su estancia de varias semanas en Montenegro con "importantes negociaciones políticas". No obstante, los que estaban en el secreto sabían que Draskovic se ocultaba de los escuadrones de la muerte del presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic. Draskovic sostiene que el régimen de Milosevic ha atentado ya en cinco ocasiones contra su vida. El pasado 3 de octubre murieron en las cercanías de Belgrado, en un accidente de tráfico simulado, tres de sus colaboradores más próximos y su cuñado.

Sólo Draskovic sobrevivió. La semana pasada, este político demagogo serbio se llevó un nuevo desengaño: ni siquiera Montenegro ha podido ofrecerle un refugio seguro, a pesar de la garantía expresa de protección. En la noche del jueves al viernes de la semana pasada, los autores del atentado dispararon con metralletas a través de la puerta de la terraza del domicilio de Draskovic en Budva, en la costa adriática de Montenegro. El dirigente del SPO, que estaba solo en casa, salió ileso con dos heridas leves en la cabeza.Legiones de policías peinaron de inmediato el bosque cercano y registraron vehículo por vehículo en las calles. El viernes por la tarde se detuvo a los presuntos autores del atentado. El viceministro de Interior de Montenegro, Vuk Boskovic, dijo que habían venido en busca de Draskovic desde Serbia: "Hemos encontrado también sus armas y detenido a sus cómplices. Sabemos quién ordenó el crimen".

Un éxito semejante en las investigaciones resulta de lo más insólito. Desde antes del asesinato del jefe paramilitar serbio Zeliko Raznatovic, alias Arkan, en enero, resulta evidente la falta de interés por parte del Estado serbio en esclarecer los atentados. Cuando las sangrientas venganzas no se pueden achacar a los medios del hampa, se señala como culpables, para no complicarse la vida, a "círculos de espías occidentales, que quieren desestabilizar Yugoslavia".

Eliminar políticos

La realidad es más compleja. Tras los atentados se hallan mafiosos y asesinos a sueldo al servicio de políticos. Se trata de eliminar a posibles testigos ante el Tribunal de Crímenes de Guerra de La Haya o de mantener el poder personal de Milosevic. Parece ser que el servicio secreto serbio actúa como coordinador de misteriosos incidentes junto con padrinos de los bajos fondos. A veces se producen también sangrientos ajustes de cuentas entre particulares. Al parecer, el consejero de seguridad Zugic, más que controlar a su presidente, en realidad controlaba todo el contrabando de cigarrillos de Montenegro.Durante el embargo económico contra Yugoslavia, altos funcionarios y delincuentes trabajaban codo con codo. Los corruptos servidores del Estado proporcionaban los papeles necesarios para la importación y eliminaban las barreras aduaneras. Los bajos fondos, por su parte, aportaban la mercancía de contrabando. Presidiarios, carteristas y peristas no sólo se hicieron millonarios de la noche a la mañana, sino que además se convirtieron en proveedores de fondos para los partidos del Gobierno y en influyentes directores. Muchos de ellos son ahora víctimas de las luchas por el botín. También se silencia a quienes saben de las atrocidades cometidas durante la guerra o de las manipulaciones políticas del régimen que gobierna en Belgrado.

Se cree que el director general de la compañía aérea yugoslava JAT, Zika Petrovic, asesinado a tiros en la puerta de su casa de Belgrado, el pasado 25 de abril, participó durante la guerra y el embargo en la transferencia de fondos estatales a cuentas secretas en el extranjero. Además, conocía hasta el último detalle los envíos nocturnos de armas desde Rusia y Ucrania. Pavle Bulatovic, ministro federal de Defensa, asesinado el 7 de febrero, conocía también, como ex ministro del interior, los expedientes de numerosos políticos. Ya en octubre de 1992, la policía serbia había destruido en el edificio de la policía federal documentos comprometedores. Ni siquiera los amigos de Milosevic han quedado a salvo. A Vlada Kovacevic-Tref, propietario de un equipo de coches de carreras y amigo íntimo del hijo de Milosevic, Marko, lo asesinaron en febrero de 1997.

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