Contra la arrogancia de la razón
La ideología liberal, enhebrada sobre el suelo de la libertad individual, se propugna a menudo como un instrumento de progreso político; sin embargo, los mejores exegetas del liberalismo -casi siempre apostados tras el éxito del mercado- reclaman un triunfo mucho más rotundo: el que vincula la libertad individual con el progreso moral, en un sentido amplio.En esta plataforma del progreso moral basó su liberalismo Salvador Millet i Bel, uno de los economistas más importantes del siglo en Cataluña. Su aportación, aunque fragmentaria y poco conocida, ha influido en la clase dirigente catalana de forma similar a los trabajos de Joan Sardà Dexeus, Lluc Beltran o el mismo Vicens Vives. Una buena parte del pensamiento económico de Millet está contenido en los artículos publicados por el economista en La Vanguardia, agrupados en el libro Reflexiones liberales -editado por el periodista Juan M. Hernández Puértolas-, que fue presentado ayer en el auditorio de La Caixa por el presidente de la entidad, Josep Vilarasau.
Millet i Bel, nacido en Viladrau (Osona) en 1912 y fallecido en Barcelona en 1998, desempeñó la presidencia de La Caixa entre 1980 y 1987. Entró en contacto con el pensamiento económico como diplomado por la Institución de Estudios Económicos de la Generalitat republicana y más tarde completó sus estudios en Berlín, en las aulas de Wilhem Röpke. Ingresó en la Lliga Regionalista en 1935 y se exilió a Francia antes del comienzo de la guerra civil. Volvió a España en los primeros años del franquismo para hacerse cargo, por delegación de Francesc Cambó, de la editorial Alpha y del Instituto de Estudios Europeos.
Hernández Puértolas ha rastreado más de un centenar y medio de artículos en los que, a criterio del periodista, "se hace muy evidente el Millet liberal puro, defensor de un modelo social progresista y contrapuesto al modelo conservador, tal como se entienden estos términos en Norteamérica".
Reflexiones liberales desmenuza al Millet que, en los años setenta y ochenta, remaba a contracorriente frente al apogeo intelectual de la izquierda y del keynesianismo económico. Revela también la influencia sobre el autor de dos vieneses que alumbran el siglo: Friedrich von Hayek y Karl Popper. Millet bebió tanto del economista como del filósofo y utilizó sus respectivas sendas para denostar "la arrogancia de la razón" o la creencia de que el Estado tiene una razón superior a la de los individuos.