_
_
_
_
_

Berlín teme que el escudo antimisiles desencadene otra carrera de armamento

Pilar Bonet

Antes de la llegada del presidente norteamericano Bill Clinton ayer a Berlín, el Gobierno alemán bosquejó apresuradamente una posición pública ante el proyecto de Washington para construir un escudo nuclear que proteja el territorio norteamericano de los ataques de los llamados Estados gamberros. Berlín, sin embargo, no está aún preparada para contestar a la pregunta que Clinton puso sobre el tapete en Lisboa: ¿quiere Europa compartir la tecnología del Sistema Nacional de Defensa Antimisiles (NMD) con Estados Unidos?

Alemania, la primera potencia económica de Europa, no es una potencia nuclear y su posición (donde la opinión pública ha comenzado a formarse este año) no está aún lo suficientemente madura. El canciller Gerhard Schröder, sin embargo, estaba moralmente obligado a transmitir a Clinton las preocupaciones europeas, en vísperas de la reunión del líder estadounidiense con el presidente ruso, Vladímir Putin, en Moscú. Clinton tratará de proponer a Rusia un compromiso que haga compatible el tratado ABM de 1972 (al que Moscú no quiere renunciar hoy bajo ningún concepto) y un sistema de defensa antimisiles limitado, con base en Alaska y dirigido contra los posibles ataques desde Estados asiáticos.En Berlín, expertos alemanes con algo que decir sobre la guerra de las galaxias fueron convocados el martes a una reunión a puerta cerrada organizada por el Ministerio de Exteriores. Medios alemanes afirman que hay divergencias en la Administración sobre si Irán debe incluirse entre los Estados gamberros, junto a Corea del Norte, Irak y Libia. En el reparto de funciones dentro del Gobierno, el tema guerra de las galaxias es "asunto del jefe", es decir, de Schröder.

Desde una postura inicial de escepticismo y rechazo ante la posibilidad técnica de construir un escudo defensivo, Alemania ha pasado a aceptar que el NMD puede ser una realidad al margen de lo que piensen los europeos, si el proyecto funciona técnicamente, y así lo ha expresado recientemente Karsten Voigt, el encargado de las relaciones con EEUU en Exteriores. Berlín reconoce hoy el derecho de EEUU a tener su propia percepción de las amenazas y a defenderse de ellas.

La política alemana en torno a la NMD está penetrada por tres ideas básicas, definidas por el portavoz gubernamental, Uwe-Carsten Heye:

1. Deben mantenerse los controles de armamento nuclear existentes, entre ellos el tratado ABM.

2. Debe evitarse una nueva carrera de armamento mundial.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

3. No debe ponerse en peligro la cohesión de la Alianza Atlántica.

Esto último parece hacer referencia tanto a EEUU como al Reino Unido, que mantiene una postura particular, dado que podría participar con la modernización de sus estaciones de radar en el NMD. Con estos tres puntos, Alemania sugiere que el NMD debería ser compensado con nuevos acuerdos de desarme, como el START III.

El presidente Clinton debe decidir a fines de año si construye el sistema NMD. A la pregunta sobre las necesidades europeas de compartir la tecnología del NMD, había respondido hace poco el politólogo Ernst-Otto Czempiel, de la Universidad de Francfort. Czempiel ha dicho que, de aceptar la oferta de participar en una defensa antimisiles, "se habría acabado la Unión Europea como socio en igualdad de derechos con EEUU. Y se habría acabado también el euro".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_