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Empieza la feria de San Isidro

Esto es lo que hay

"No hay localidades para la presentación de El Juli; para las restantes corridas, sí". Esta información proviene de fuentes cercanas a la empresa. La corrida del día 17, en la que El Juli confirmará la alternativa, ha despertado una enorme expectación. El resto, en cambio, tiene un interés sólo relativo tanto para el público en general como para los más rigurosos aficionados. Se reprocha a la empresa de Las Ventas que haya presentado unos carteles poco rematados, pues casi todos están cubiertos con diestros que no despiertan precisamente pasiones. Pero esto es lo que hay.El principal desencanto es la ausencia de José Tomás.

José Tomás, triunfador en anteriores ediciones de la Feria de San Isidro, falta por su voluntad. Tampoco estuvo en las ferias de Valencia y de Sevilla, con lo cual eludió los principales compromisos que debe afrontar una auténtica figura del toreo. El motivo es que se ha unido a Joselito y el apoderado de los dos espadas, Enrique Martín Arranz, contrarios a que se televisen las corridas en las que participan ambos diestros. Las razones son respetables. Pero parece obvio que las circunstancias de Joselito y de José Tomás no son las mismas: Tomás está (o estaba la temporada anterior) en ese momento crucial que le puede permitir consagrarse como figura indiscutible del toreo, número uno del escalafón, afrontando sus responsabilidades y ganándoles la partida en las plazas de primera categoría a cuantos diestros pretendieran disputarle la supremacía. Joselito, en cambio, ya iba de vuelta cuando se retiró, lo hizo tras unas actuaciones desafortunadas, y quizá no le convenga ahora dar la cara y presentar batalla donde se le pudiera exigir. El caso es que la afición madrileña, precisamente la que encumbró a José Tomás, no va a contar con este torero en la feria -la más importante del mundo-, y quién sabe si llegará otro que triunfe y lo relegue a segundo plano.

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El plantel de toreros que baraja el abono es cuantioso. Se anuncian prácticamente todos cuantos interesan -a salvo los dichos y los muy veteranos-, más un número estimable de diestros con relevantes condiciones técnicas y artísticas, quienes a lo mejor sólo necesitan confirmarlas en la feria más importante del mundo, y van a tener ahora su oportunidad.

El toro, sin embargo, será la clave de la feria. Lo que se ha visto en las de Valencia y Sevilla es descorazonador. En estos ciclos no ha saltado a la arena, ni por casualidad, ningún toro que aunara trapío, poder y casta. Sin la presencia mínima exigible en su mayoría, inválidos casi todos, han devaluado el mérito (y, por supuesto, la credibilidad) de quienes fueron declarados triunfadores de los respectivos abonos.

La expectación verdadera de los aficionados madrileños se centra en el toro. La integridad del toro, su pujanza, su casta y su lidia completa es lo que desean ver y seguramente exigirán los aficionados madrileños, en consonancia con la categoría de la feria y de la plaza que está asimismo considerada como la primera del mundo.

Con el toro íntegro en el redondel, todo lo demás se dará por añadidura. Únicamente con el toro íntegro en el redondel darían su real medida las figuras y los aspirantes a serlo. Y, por supuesto, El Juli; el torero que concita una expectación inusitada entre el público y al que los aficionados, constituidos una vez más en cátedra del toreo, examinarán con ojo crítico.

La naturaleza torista de la afición de Madrid se satisface, en principio, con la presencia de algunas ganaderías que tienen bien ganado crédito en esta plaza. Entre ellas, la de Juan Luis Fraile, que el año anterior asombró por su juego encastado, a la antigua usanza; o la clásica de Victorino Martín (un ganadero de época), que cierra la feria; o la de Hernández Plá, que la abre hoy. O esa sucesión de ganaderías que llaman duras, en el tramo final del abono, que encabeza la de Adolfo Martín y continúan las de Partido de Resina (antes Pablo Romero), Guardiola, Celestino Cuadri y Dolores Aguirre.

Para entonces se habrán producido acontecimientos variopintos en la feria. Acaso (ojalá) se produzca la revelación de algunos diestros aspirantes a figuras y los que ya traían esa categoría la hayan consolidado. Mas a la afición siempre le faltará saber si esas revelaciones y esos triunfos habrían sido capaces de conseguirlos también con las corridas duras.

Es la eterna duda... Hasta que el toro no sea auténticamente toro y el mismo para todos, siempre quedará esa reserva. Claro que a lo mejor el toro para todos es una entelequia, porque la actual fiesta no da para más.

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