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Entrevista:JOSÉ MARÍA TOJEIRARECTOR DE LA UCA DE EL SALVADOR

"La figura de monseñor Romero está más presente que nunca"

José María Tojeira, jesuita y rector de la Universidad Centro Americana (UCA) de El Salvador, mantiene una serenidad sorprendente para un hombre que ha pasado por los asesinatos de monseñor Romero y varios profesores y trabajadores de la UCA, entre ellos su antecesor en el cargo, Ignacio Ellacuría. Ahora, trabaja para que los culpables del crimen sean juzgados, mientras impulsa desde la Universidad investigaciones para mejorar la vida de los más desfavorecidos. El pasado jueves recordó en Vitoria la figura de aquel arzobispo que conmovió los cimientos de la oligarquía y el ejército salvadoreños por su defensa de los pobres. Pregunta. ¿Qué legado dejó monseñor Romero?

Respuesta. La experiencia fundamental es que Romero jugó un papel importantísimo en una situación de extrema violencia de El Salvador y que esa labor se mantiene en el recuerdo. Lo asesinaron, sí, pero antes trataron por todos los medios de erradicar su memoria y su persona al considerarlo no como un pastor sino como un político izquierdoso, un arzobispo demagogo. Y sin embargo, veinte años después, su figura está más presente que nunca: en su aniversario se congregaron más de 30.000 personas para recordar su labor.

P. ¿Qué relación había entre la labor de monseñor Romero y la de Ignacio Ellacuría?

R. Ellacuría y sus compañeros empezaron a trabajar, incluso antes que Romero, diciendo que la palabra cristiana no podía prescindir del análisis de la realidad de El Salvador, que estaba marcada por la injusticia, por el pecado. Estos se quedaron muy sorprendidos cuando llega monseñor Romero al arzobispado por su autenticidad religiosa: expresaba con mucha más fuerza y naturalidad la presencia de un Dios bondadoso que estaba con las víctimas. Ellos eran universitarios, su labor estaba en el análisis crítico de las estructuras políticas, y monseñor Romero estaba cerca de los pobres, trabajaba en los barrios.

P. Entonces, eran complementarios.

R. Eso es. Ellacuría tiene una frase que dice: "Con monseñor Romero pasó Dios por El Salvador". A los jesuitas les dio un gran impulso el ver un pastor de las características de Romero. Evidentemente se complementaban: uno era más pastoral, los otros más teóricos, todos con la misma fe en que la vida se tradujera en que fuera más abundante para los pobres.

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P. La mayor parte de la oligarquía y el ejército salvadoreños se decían católicos. ¿Cómo reaccionaron ante Romero y los jesuitas de la UCA?

R. Lo que se vivía era un catolicismo tradicional, basado en la generosidad de los ricos hacia los pobres, pero que no profundizaba en la problemática estructural de la sociedad salvadoreña. Cuando la iglesia latinoamericana, con el Concilio Vaticano II, inicia un cambio de preocupación ante las injusticias que se viven en el continente, comienza el distanciamiento con esas estructuras, e incluso dentro de la propia Iglesia. Hay que recordar que monseñor Romero fue muy discutido entre los obispos que le acusaban de dividir, de envenenar las mentes de los salvadoreños, así, literalmente. Una muestra clarísima de estas diferencias llega cuando asesinaron a Ellacuría y los otros. Mientras nosotros pedíamos una investigación clara del crimen, dos obispos acudieron a Roma para denunciar que había sido una acción de la guerrilla. Entonces, cuando estaban en el Vaticano, el gobierno salvadoreño reconocía que habían sido los militares.

P. ¿Qué papel juega la UCA en la actualidad?

R. Somos una universidad pequeña, entre 29 en el país. Lo único que nos significa fue nuestra insistencia, junto al arzobispado, en una paz negociada que tuviera en cuenta los derechos de los pobres, algo que no aceptaron nunca los militares, porque para ellos era dar la razón a la guerrilla. Por eso la UCA jugó un papel fundamental en aquellos momentos. Ahora, la Universidad tiene tres funciones: continúa con el análisis crítico de la realidad de El Salvador; además desarrolla una serie de investigaciones que ayudan a encontrar soluciones a los problemas estructurales del país como la labor a favor de las energías alternativas, en un nación que sufre un grave problema de deforestación porque la madera es la principal fuente de energía; y, en tercer lugar, la formación estrictamente académica, pero siempre teniendo en cuenta los problemas de El Salvador.

P. Desde Argentina, Chile o Guatemala se ha acudido a la Audiencia Nacional española para que resuelvan los graves abusos cometidos por sus respectivas fuerzas armadas. ¿Hay alguna iniciativa similar desde El Salvador?

R. De momento, nuestra opción, compartida con los familiares de Ellacuría y el resto de los asesinados en la UCA, es hacer todo lo posible en la justicia salvadoreña. Es un proceso lento, que está sufriendo muchas zancadillas. El juicio que vio aquel caso estuvo amañado: absolvió a los ejecutores del crimen, condenó a los intermediarios y encubrió a los autores intelectuales. Nosotros continuamos en la persecución de estos últimos, todos ellos altos cargos militares, sin olvidar al ex presidente Cristiani.

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