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Tribuna:EL TRANSPORTE URBANO
Tribuna
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Hacia un pacto ciudadano por la movilidad sostenible

Cuando los ciudadanos de Madrid se levantan a diario escuchan preocupados las noticias de tráfico que difunden las emisoras de radio y calculan cuánto tiempo permanecerán hoy dentro de su coche o en el autobús sumergidos en el atasco, mientras esperan que no llueva, que no haga sol, que no haya un accidente... para que el retraso de su incorporación al trabajo no sea escandaloso. Sin embargo, esta situación no es una maldición bíblica: otras ciudades importantes la han solucionado con la participación de todos.Hace ya bastantes años que las ciudades europeas decidieron replantearse sus políticas en relación con el transporte urbano y la movilidad. La puesta en práctica de la máxima "hay que adaptar la ciudad al coche" lanzada por Pompidou en Francia, y que se ha convertido en un emblema de la cultura del automóvil, se reveló con el tiempo como negativa para la identidad de la ciudad y favorecedora de su disgregación: la invasión de los espacios públicos por el coche, los efectos ambientales negativos, la fragmentación debida a las barreras que representan las vías rápidas y la generación de toda una serie de costes externos que acaba pagando el conjunto de la población, con independencia de que utilice o no un vehículo privado.

Todo esto, junto con una sensibilización cada vez mayor de la sociedad hacia los problemas ambientales, obligó a revisar las actuaciones de las ciudades en materia de movilidad.

Para no remontarnos demasiado atrás en el tiempo, nos limitaremos a examinar algunos de los hitos fundamentales ocurridos a partir del año 1990. En este año se publica el Libro Verde sobre el medio ambiente urbano de la Comisión Europea, que identifica algunos de los efectos del tráfico y propone ciertas líneas de actuación para intentar paliarlos.

La noción de desarrollo sostenible es asumida plenamente en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo y Medio Ambiente, celebrada en Río de Janeiro en 1992, y queda incorporada al Tratado de la Unión Europea en la Cumbre de Maastricht de 1992, año en el que la Comisión lanza el quinto programa comunitario de política de actuación en materia de ambiente y desarrollo sostenible.

La Cumbre de Río incluyó como una de sus conclusiones la llamada Agenda Local 21, que es el proceso en que las autoridades locales establecen un diálogo con todos los sectores de la comunidad -ciudadanos, organizaciones y empresas privadas- para diseñar planes que implanten la sostenibilidad a nivel local. Se trata, por tanto, de un trabajo abierto que evoluciona para adaptarse a las nuevas situaciones. Actualmente, más de 1.000 autoridades locales en Europa están involucradas en este proceso, al que se han adherido más de 2.000 ciudades de todo el mundo.

Otro hito en la consolidación del concepto de sostenibilidad a nivel europeo ha sido la creación de la Red de las Ciudades sin Coches, que defiende una nueva cultura de movilidad ciudadana en el sentido que su nombre indica, y cuyas bases teóricas y viabilidad fueron sentadas por la investigación encargada en 1991 por la Comisión Europea. También la Campaña de Ciudades Europeas Sostenibles, con la firma de la Carta de Aalborg en 1994 y el Plan de Actuación de Lisboa en 1996, y la Declaración del Congreso de Hannover recientemente celebrado, en marzo del 2000. A esta campaña están adheridas ya más de 600 autoridades locales europeas, de las que 160 son españolas, y entre ellas, el Ayuntamiento de Madrid

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Sin entrar aquí a definir todas las características que debería presentar una comunidad sostenible, que, en todo caso, deberá integrar los aspectos ambientales, sociales, económicos y culturales, queremos plantear uno de los temas importantes de la ciudad sostenible: el de la movilidad.

En este aspecto, el acceso a las instalaciones, servicios, bienes y a la relación con otras personas no debe conseguirse a costa del medio y tampoco ha de estar solamente al alcance de aquellos que disponen de coche. También, como criterio general, partimos de que a todos los sectores sociales se les debe reconocer competencia para participar en la toma de decisiones para poder definir colectivamente en la ciudad y los barrios las prioridades concretas con las que la ciudadanía y las instituciones deben y pueden comprometerse. El desarrollo sostenible exige un planteamiento de la sociedad como un sistema o conjunto integral y no admite la exclusión de ningún grupo social.

En el caso concreto de Madrid se puede afirmar que, durante los últimos 10 años, el Ayuntamiento ha vivido de espaldas a todos estos acontecimientos. La adhesión a la Campaña Europea de Ciudades Sostenibles no ha sido más que una cuestión de maquillaje, que no se ha traducido en ningún cambio de actitud, y lo cierto es que, aunque determinados estudios del propio equipo de gobierno y la propia percepción ciudadana aconsejaban cambiar de política de movilidad, la testarudez en lo que se creía una fuente de votos, o la sumisión a ciertos grupos de presión, ha acentuado el deterioro de las condiciones de habitabilidad de la ciudad.

Recordemos, por ejemplo, que de 1990 a 1993 se realizó, a iniciativa del Ayuntamiento, el Plan Estratégico de Madrid, en cuyas conclusiones se asumía que "habría que alcanzar la denominada movilidad sostenible". Para ello se proponía, entre otras metas, la de desincentivar la utilización del automóvil privado. Los proyectos concretos de competencia exclusivamente municipal eran los siguientes:

- Adopción de medidas reguladoras del tráfico en el núcleo urbano.

- Programa de consideración del peatón en el centro urbano.

- Desarrollo de los medios de transporte no motorizados.

- Mejora de la gestión del programa de aparcamientos para residentes (PAR).

Estos cuatro puntos bien podrían leerse como una relación de proyectos que han sido ignorados por el Ayuntamiento, gobernado por el PP. Se ha fomentado la utilización del vehículo privado y se ha facilitado la penetración del tráfico en el centro mediante la construcción de pasos subterráneos; el peatón tiene difícil el tránsito por muchas calles y los tiempos de semáforo se regulan pensando primordialmente en los coches; las bicicletas están prácticamente proscritas y se ha dificultado la construcción de nuevos aparcaintentos de residentes, debido a las irregularidades en la adjudicación y explotación de los mismos.

En nuestra opinión, en contra de lo reiteradamente manifestado por el equipo de gobierno del PP, Madrid tiene arreglo. Para ello necesita urgentemente una nueva línea de actuación que modifique de forma radical la actual política de movilidad. Como ejes fundamentales de esta nueva política proponemos la priorización de la accesibilidad y la participación ciudadana.

Por un lado, la accesibilidad, entendida como movilidad sostenible, que se debe concretar en la garantía de las oportunidades de acceso, reduciendo la necesidad de desplazamiento, a la vez que se fomentan los medios de transporte menos agresivos desde el punto de vista ambiental.

Por otro lado, la voluntad de impulsar la participación, implicando a la ciudadanía, personas, organizaciones e instituciones en las formas de hacer y decidir el modelo de ciudad. Estamos convencidos de que la ciudad ha de estar basada en la convivencia en todos los ámbitos, incluida la elección del modelo de transporte

Con este artículo pretendemos promover un proceso en el que se involucre a los distintos agentes sociales y del cual ya existen precedentes en otras ciudades españolas, como Barcelona y San Sebastián, con resultados muy alentadores. Este proceso ha de llevar a un "pacto ciudadano por la movilidad sostenible en Madrid".

Por ello impulsaremos un proceso de colaboración entre todas las personas y organizaciones interesadas en un Pacto por la Movilidad, que podría articularse en:

1. Unas jornadas con participación de expertos europeos, junto a instituciones, organizaciones y entidades ciudadanas, para debatir y proponer una forma de trabajar hacia el pacto, mediante una Mesa por la Movilidad con representación de partidos políticos, instituciones, entidades ciudadanas y profesionales del transporte.

2. Las conclusiones de estas jornadas se aportarán al Consejo Consultivo de Circulación y Transportes.

3. Promover la constitución de mesas de debate en los distritos y barrios que quieran incorporarse, así como mesas monográficas sobre los temas más estratégicos de movilidad.

4. Preparar la participación real de Madrid en el Día Europeo sin Coches, que este año se celebrará el próximo 22 de septiembre, firmando la correspondiente carta de adhesión y compromiso con las condiciones de participación.

5. Concretar el pacto en proyectos para su presentación al pleno del Ayuntamiento o a la Administración que corresponda.

El contenido del pacto, al ser un proceso abierto, surgirá de la reflexión y el debate de todos los colectivos e instituciones participantes, aunque cabe sugerir, a la vista de la experiencia en otras ciudades, una serie de objetivos para su consideración por los distintos agentes sociales, entre los que podemos citar:

- Diseño de los nuevos barrios y regeneración de los existentes con criterios de proximidad en lo que respecta a las actividades cotidianas y reordenación de los espacios públicos para reducir las necesidades de desplazamiento.

- Reequilibrio de los distintos medios de transporte, potenciando los modos menos agresivos. Recuperación de espacio urbano para peatones y bicicletas y creación de grandes paseos.

- Enfoque metropolitano de la movilidad. Red de aparcamientos disuasorios e intercambiadores, especialmente en la M-40. Ampliación de la red de cercanías.

- Nueva concepción de la red de transporte colectivo de superficie: mejora de las condiciones de circulación (carril bus-taxi), aumento del número de autobuses y extensión de la red. Introducción de nuevos modos, como el metro ligero que podría articular ejes como la Castellana.

- Metro: ampliación y modernización de las líneas existentes y mejora de la accesibilidad.

- Asunción de una Carta de Derechos del Usuario del Transporte Público.

- Mejora de la seguridad vial y calmado de tráfico.

- Nuevo sistema de reparto de mercancías.

En todo caso es necesario asumir que las recetas no valen. Ninguna lista de medidas, ni 10 ni 100, tendrá éxito si no es el fruto de un proceso participativo como el que estamos proponiendo.

Los abajo firmantes iniciamos desde ahora, bajo el lema de Madrid camina, una marcha para propiciar un pacto ciudadano por la movilidad sostenible e invitamos a todos a participar en este proceso.

Firman este artículo: Cristina Narbona, portavoz adjunta del Grupo Municipal Socialista-Progresistas del Ayuntamiento de Madrid. Eugenio Morales Tomillo, concejal del Grupo Municipal Socialista-Progresistas. Fernando Mínguez Izaguirre, ingeniero de caminos. Félix Arias, urbanista. Francisco Gutiérrez, ingeniero de caminos. Joaquín Jiménez, ingeniero de caminos. Javier Ruiz, arquitecto. Alfonso del Val, consultor ambiental. Guillermo Vázquez, ingeniero de caminos. Carlos Corral, ingeniero urbanista. Javier Marcos, economista.

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