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Jospin incluye a dos ministros de Mitterrand en su Gobierno para frenar la ola de protestas

La anunciada remodelación del Gabinete presidido por Lionel Jospin ha ido mucho más lejos del mero reajuste destinado a sustituir a los ministros Claude Allègre, de Educación, y Christian Sautter, de Economía, quemados por las movilizaciones de rechazo a las reformas sectoriales. En una breve declaración leída a las puertas del palacio de Matignon, el primer ministro francés justificó la recomposición de su equipo ministerial en "la necesidad de reforzar la capacidad de acción" del Ejecutivo. Fue su manera de indicar que no se resigna a caer en el inmovilismo.

Para Jospin, la resistencia social a las reformas requiere reforzar el Gabinete con el concurso de políticos netos, condición que, por lo visto, no reúnen, en el grado exigido por las circunstancias, los antiguos ministros de Educación y Economía. La versión jospiniana de la crisis atribuye la resistencia a las reformas a la insuficiencia del diálogo establecido desde los ministerios afectados, y no a los corporativismos y al conservadurismo funcionarial anudado por algunos sindicatos.

Según esa teoría, llevar a buen puerto las reformas necesarias, en un momento en el que la bondad económica desata las reivindicaciones, requiere un talante nuevo y todo el talento político profesional. El nuevo Gobierno de la izquierda plural francesa es un equipo reforzado en su peso político, que integra a los elementos más destacados de la familia mitterrandista, condenada hasta ahora al ostracismo, como si la situación actual y los desafíos de la segunda etapa exigieran el cierre de filas del conjunto de la izquierda y la puesta en marcha de un Ejecutivo potente capaz de dar la batalla.

En un gesto espectacular en clave interna francesa, Jospin incorporó ayer al nuevo Ejecutivo al ex primer ministro Laurent Fabius, un viejo rival que purgaba su fidelidad mitterrandista en el exilio dorado de la presidencia de la Asamblea.

Como si admitiera explícitamente que la crisis gubernamental se desencadenó a partir de la retirada del anterior titular de Economía, Dominique Strauss-Kahn, el jefe de Gobierno ha optado por colocar al frente de esa cartera fundamental a un político experimentado con acreditada etiqueta de liberal de izquierdas. De hecho, el hombre que con 37 años se convirtió en 1984 en el primer ministro más joven de la historia de Francia, lleva tiempo insistiendo en la rebaja de los impuestos y mostrando una particular sensibilidad hacia el mundo de la empresa.

La sombra de Strauss-Kahn

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Su nombramiento sólo puede ser saludado por los mercados y el empresariado, que añoran, sin duda, a un interlocutor de la preparación económica y el talento político del procesado Strauss-Kant. La sensación de falta de transparencia sobre el montante del excedente presupuestario ofrecida por Christian Sautter situó al Ejecutivo por primera vez bajo la sospecha y desencadenó una serie de reacciones de malestar que han minado notablemente la credibilidad del Gabinete y han preparado el terreno para las movilizaciones.

Otro elefante de la política francesa, el incombustible Jack Lang, ha sido colocado al frente de la cartera de Educación con la esperanza de que su oratoria y su disposición al diálogo permitan apaciguar las revueltas aguas de la enseñanza, ahora que se han cobrado el ansiado cadáver político de Claude Allègre. El nombramiento de Jack Lang, que ya ocupó la misma cartera en un Gobierno anterior, sustituyendo precisamente a un Lionel Jospin impotente ante el bloqueo de su reforma educativa, tiene como efecto colateral el deshacer la batalla por la candidatura socialista a la alcaldía de París que venía librando con su oponente Bertrand Delanoë.

El reajuste acarrea igualmente la sustitución de los titulares de Cultura, Catherine Trautman -relevada por Catherine Tasca-, y de la Función Pública, Emile Zuccarelli, cuyo puesto será ocupado por Michel Sapin. La remodelación del Gabinete no alcanza a la ministra de Medio Ambiente, Dominique Voynet, tan criticada en los últimos tiempos. Para evitar los agravios, siempre latentes en el seno de la coalición gubernamental, el partido comunista ha sido agraciado con otra secretaría general, además de mantener a sus tres ministros en plaza.

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