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Romero elude la dimisión y deja en manos del Consejo Andaluz la decisión sobre su continuidad

Si hay cambios, vendrán más tarde. El coordinador andaluz de IU emplazará al máximo órgano entre asambleas, el Consejo Andaluz, la decisión sobre su continuidad en el cargo. Ante la ejecutiva de la federación, que se reunió ayer en Sevilla, Romero anunció que pondrá su puesto a disposición del pleno del Consejo -que se convocará para primeros de abril- y, en el caso de que le renueve la confianza, se comprometió a variar por completo su equipo y renunciar a la reelección para una posible candidatura a la Junta. La mayoría de los miembros de la ejecutiva apostaron por asumir con responsabilidades políticas la derrota electoral, aunque hubo división a la hora de valorar si es necesario una asamblea extraordinaria.

Como había anunciado desde la misma noche electoral, Romero no presentó su dimisión ante la ejecutiva andaluza de IU, que analizó ayer el fuerte retroceso en las urnas: de 13 a 6 seis escaños y 278.252 votos menos. Sin embargo, su intención de poner el cargo a disposición de los órganos de gobierno de su fuerza política no quedó en una mera declaración de cara a la galería. El coordinador, según el secretario general del PCA, Felipe Alcaraz, dijo que se someterá a una cuestión de confianza en el Consejo Andaluz, integrado por más de un centenar de miembros, cuya reunión está prevista para abril.En el caso de que no consiga el apoyo de la mayoría, el mismo Consejo podría elegir una nueva dirección, sin necesidad de convocar una asamblea extraordinaria de la federación. Ésta es la tesis que sostiene la actual cúpula de IU, la cual, no obstante, espera que las exigencias de responsabilidades políticas por el rosario de fracasos electorales que padece esta organización desde 1996 no llegue tan lejos como para precipitar la caída de Antonio Romero.

Otros dirigentes, por el contrario, creen que lo más oportuno es cerrar de una vez el debate interno con una asamblea perfectamente articulada, de forma que los afiliados puedan pronunciarse sobre los profundos cambios que requiere la organización, en vez de arbitrar una solución de urgencia por arriba.

La posibilidad de un congreso extraordinario quedó abierta en la XII asamblea de noviembre -en la que Romero fue reelegido coordinador y nominado candidato a la Junta-, que se resolvió sin apenas una discusión con detenimiento por la inmediatez electoral. Los adversarios de Romero renunciaron desde un principio a presentar alternativa y prefirieron esperar al día después de los comicios para poner sobre la mesa un cambio de rumbo.

Ese día ha llegado, pero la extrema derrota ofrece un escenario mucho más complicado de lo que se podía prever. Mucho de los que entonces planteaban esta hipótesis están noqueados por el fuerte revés de las urnas. Lo que sí tienen claro es que no valen lavados de caras: la principal dificultad con la que se ha topado IU desde que emprendió su descenso acelerado es que apenas ha tenido tiempo para analizar lo que le estaba pasando a la organización, al ir encadenando las crisis internas (salidas de Los Verdes, Nueva Izquierda y el CAI) con el extravío masivo de votos.

Antonio Romero se reafirmó ayer, en la línea de IU federal, en el acierto del acercamiento al PSOE, aunque reiteró que aguardará, si se produce, a la llamada de Manuel Chaves. El líder del CUT, Juan Manuel Sánchez Gordillo, contrario a esta estrategia, aprovechó para pedir la dimisión del coordinador. Otros, simplemente criticaron su campaña personalista, el discurso y la actitud demasiado solícita ante los socialistas.

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