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Aprietan por donde duele

Miquel Alberola

MIQUEL ALBEROLA

La "curiosidad intelectual" del aún socialista Joan Romero por husmear en un acto del Bloc ha suministrado un punto de inflexión a la campaña. Empiezan a sucederse movimientos en las distintas formaciones para poner el acento donde menos le conviene al adversario más directo. El candidato J. F. Mira, hombre que busca el voto en paraninfos, colegios mayores y bibliotecas sin mancharse los zapatos, no desaprovechó la circunstancia para zaherir al PSPV por donde más pus supura: su crisis zanjada por vía orgánica en Madrid. Ayer mismo, en un acto hortelano a medio camino entre la Cabalgata del Reino y una instalación contracultural a base de nabos e hinojos, volvió a apretar por donde le convenía: "La política socialista ya no es la del partido socialista valenciano", tras lo cual puso la boina e hizo una llamada que se va intensificando según pasan los días a "los electores socialistas cabreados", que es donde se supone que está su pan.

Aunque Ciprià Ciscar hizo lo propio en Ontinyent con el PP. Puso a Eduardo Zaplana en la proa y lo acusó de mentir permanentemente, excepto cuando hablaba por teléfono con Salvador Palop "y le dijo que quería hacerse rico" sin saber que le estaba grabando la policía que seguía el caso Naseiro. Ciprià difumina así su imagen de campeón de patinaje artístico, resuelto en una anoréxica uve de victoria con Rosa Díez, e inyecta sangre al debate. El punto flaco del PP continúa siendo la credibilidad, lo que genera una gran bolsa de indecisos a escasos días del 12 de marzo y lastra a José María Aznar respecto a Joaquín Almunia, y ahí es donde estruja el PSOE. Parece que Felipe González levantó la veda el sábado pasado en una comida en el restaurante Azafata de Manises.

Tampoco estuvo mal Federico Trillo ayer en Villena, donde puso los ojos húmedos y el rostro calcáreo para rascar votos a socialistas y comunistas en un pregón descarado lanzado a "los electores de izquierda de trayectoria limpia y sueños de una mayor libertad" para que votaran al PP y le dieran una mayoría absoluta cada día más incierta. Quizá por eso Francisco Camps azuzó de nuevo a Unión Valenciana, que no se disuelve con la celeridad deseada, a través de una conferencia sobre el nacionalismo presentada por ese Jovellanos de litoral con zapatos de doble hebilla que es Zaplana. De espaldas a un tapiz de caza comprimió el valencianismo político en una gragea de Valeriana, a lo que ayudo la atmósfera de Chanel 5 y lomos de visón.

Mientras Francisco Frutos instaba a la movilización en el acto central de EU en Valencia con abundante coreografía de antebrazos, Camps simplificaba el nacionalismo a lo que está haciendo el PP en la Generalitat. Y sin nombrar a Joan Fuster, aunque, eso sí, allí estaba Gregorio Fideo, ese Prat de la Riba de las corbatas y los calcetines.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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