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El periodista detenido por los rusos denuncia que fue torturado

Andréi Babitski, el corresponsal ruso de Radio Liberty liberado en la madrugada de ayer después de haber sido llevado de Majachkalá a Moscú en un vuelo especial, lo confirma: Chernokózovo es un centro de tortura. "Todo lo que leemos sobre los campos de concentración del periodo estaliniano, lo que sabemos sobre los campos alemanes, todo eso lo encontramos allí", asegura refiriéndose al lugar.

Los rusos llaman "campo de filtración" a la cárcel de Chernokózovo, recientemente "maquillada" para poder recibir las inspecciones de periodistas y organizaciones internacionales, pero el relato de lo vivido que hace Babitski lo define de otra manera. "Los primeros tres días de mi estancia en Chernokózovo -el 18, 19 y 20 de enero-, las palizas se prolongaban las 24 horas del día. Nunca me imaginé que oiría expresiones tan diferentes del dolor humano", cuenta Babitski, y agrega que él tuvo suerte. "Sabían que era periodista y por eso sólo me inscribieron una vez. La inscripción consiste en que cuando el novato sale de la celda donde está su interrogador, obligatoriamente debe arrastrarse bajo una granizada de golpes de porras de goma. Se trata de un tratamiento doloroso, pero soportable, incomparable con las torturas que sufren los chechenos sospechosos de colaborar con las formaciones armadas ilegales o de aquellos a quienes les quieren sonsacar algo", continúa Babitski, que califica de "sádicos" a los carceleros de Chernokózovo. Andréi Babitski fue el único corresponsal que continuó informando permanentemente desde el lado de los separatistas después de que los rusos comenzaran el ataque contra Grozni. Babitski siguió enviando unos reportajes que le costaron el odio de los militares.

El 14 de enero fue la última vez en que el periodista se puso en contacto con Radio Liberty. Cuando salía de Grozni, en el barrio de Stáraya Sunzha, fue detenido por los soldados. Dos días pasó en un camión que hace de cárcel ambulante, y al tercero fue llevado a Chernokózovo. Moscú negó durante dos semanas que Babitski estuviera detenido, pero después tuvieron que reconocerlo. A principios de mes se informó de que la fiscalía había decidido dejarle en libertad condicional, pero en lugar de hacerlo, supuestamente lo canjearon por cinco soldados prisioneros de los guerrilleros.

Sin embargo, Babitski dice que no sabe en manos de quién estuvo desde el 2 de febrero, cuando contra su voluntad lo entregaron a unos enmascarados. Babitski, días antes, había aceptado ser entregado al comandante checheno Atgueríyev, pero en ningún caso a unos desconocidos. Desde el 2 hasta el 25 de febrero, Babitski permaneció a oscuras en una habitación. Lo único que confirma es que se trataba de una casa chechena donde no lo trataban bien. O sea, que no eran amigos.

Finalmente, los que lo retenían lo metieron en el maletero de un automóvil y lo llevaron a Daguestán. Allí trataron de pasar hacia Azerbaiyán, pero no lo lograron y lo entregaron a un guía para que lo llevara a través de campo abierto. Pero el periodista convenció al guía para que lo dejara ir a Majachkalá, la capital daguestana, donde fue reconocido y encarcelado.

Inesperadamente, hace cuatro días, después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, dijera que no consideraba necesario mantener al periodista "tras las rejas", fue introducido en un vuelo especial y, ya en Moscú, se le comunicó que quedaba en libertad condicional, pero que no podía abandonar la ciudad. Las autoridades rusas le han acusado oficialmente de utilizar documentos falsos.

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Golpe a los guerrilleros

Mientras, el último bastión de la resistencia independentista chechena ha caído: ayer por la mañana la bandera rusa comenzó a ondear en Shatói, centro del distrito montañoso homónimo. Con esta victoria el general Guennadi Tróshev, vicecomandante de las fuerzas federales en Chechenia, dio por terminada la "operación militar en gran escala". A partir de ahora, el papel fundamental pasa del ministerio de Defensa al del Interior. Putin recibió por la tarde al ministro de Defensa, mariscal Ígor Serguéyev, quien le informó de los últimos éxitos de los militares en la pequeña república norcaucásica.

Después de anunciar la conquista de Shatói y de nueve aldeas colindantes, Tróshev se mostró optimista y dijo que "los bandidos que lograron escabullirse" serán liquidados en "dos o tres semanas".

Los guerrilleros perdieron en la zona de Shatói a más de 200 hombres, según los rusos, pero unos 2.000 lograron huir y se dispersaron en las montañas. Por ello, algunos observadores opinan que el éxito de los militares es relativo, sobre todo si se tiene en cuenta que los principales comandantes -comenzando por el presidente Aslán Masjádov y terminando por Jatab- no han sido liquidados, sino que consiguieron escabullirse. Y, mientras sigan vivos y libres, persiste el peligro de que logren reorganizarse para lanzar un ataque relámpago contra una ciudad importante.

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