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Haider renuncia como jefe del FPÖ austriaco para no parecer "el canciller en la sombra"

Jörg Haider anunció ayer su dimisión como presidente del Partido Liberal austriaco (FPÖ), que gobierna Austria en coalición con el Partido Popular (ÖVP) desde el pasado 4 de febrero. El líder populista permanecerá en Carintia como jefe del Gobierno regional y será "consejo de supervisión" del FPÖ, según declaró al concluir en Viena una reunión de la cúpula del partido. Haider explicó que su dimisión "no es una retirada de la política nacional", pero que prefiere no seguir pareciendo un "canciller en la sombra". No descartó presentarse como candidato a canciller en las próximas elecciones.

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Su fiel colaboradora desde 1987, la actual vicecanciller Susanne Riess-Passer, será su sucesora al frente del Partido Liberal. Riess-Passer, de 39 años, dijo que ella no quería la dimisión de Haider, pero que la respeta. Su propósito es mantener la continuidad en la línea del partido. La sucesora de Haider acepta con gusto que la llamen por su apodo, reina cobra, que conquistó por su dureza en el seno del partido. Prefiere ese nombre a que se le trate de "dulce y amable", según explicó en una entrevista. El eurodiputado Peter Sichrovsky, portavoz del FPÖ, comentó que la dimisión será "importante" para la carrera de Haider, porque desde Carintia podrá demostrar su talento, lo que luego le servirá de "tarjeta de visita para llegar a ser canciller de Austria". Tras confirmar que no excluye "una candidatura a la cancillería", Haider dijo anoche: "Quiero evitar que nuestros ministros estén siempre enfrentados a las declaraciones que señalan que para cada decisión tienen que consultar al canciller en la sombra de Carintia".

Sus partidarios confiaban anoche que Haider sea canciller a todas luces. Thomas Prinzhorn, segundo presidente del Parlamento dijo que Haider sigue siendo "el hombre clave" y Michael Schmid, ministro de Transportes, comentó que el líder del FPÖ sólo va a pasar unas "vacaciones activas como gobernador de Carintia".

El Kronenzeitung, uno de los principales diarios del país, cuestiona si la dimisión de Haider ayudará al Gobierno -porque los miembros de la UE podrán ahora retirar las sanciones- y si también será de provecho para el líder ultraderechista, ya que desde Carintia dejará que el Gobierno emprenda medidas impopulares sin asumir ninguna responsabilidad.

Esta es también la opinión del lider de la socialdemocracia, Alfred Gusenbauer, quien considera que la retirada de Haider es una "doble estrategia". Ha reconocido que su presencia es insoportable para el Gobierno, pero la situación no mejorará porque Haider seguirá moviendo los hilos desde la retaguardia, para regresar a las elecciones como si fuese "el salvador de la patria".

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Desconfianza

"Seguiremos con las manifestaciones de protesta contra este Gobierno", dijo el escritor Doron Rabinovici, uno de lo principales organizadores de la marcha de 200.000 personas que el pasado 19 de febrero recorrió Viena. "En la dimisión de Haider vemos el éxito de las manifestaciones y otras presiones ejercidas contra él. Pero el FPÖ es un partido de caudillo, así que, extraoficialmente, Haider seguirá dirigiéndolo". La periodista Christa Zöchling, autora de una biografía sobre Jörg Haider, cree que el político está agotado: "Su ego no ha aguantado" los intentos frustrados de adquirir respeto y de demostrar que es un "estadista maduro". Hans Rauscher, prestigioso comentarista del diario Kurier dijo que "a la dimisión de Haider se le puede dar tan poco crédito como a sus disculpas por los elogios del régimen nazi que hizo durante su carrera política".

Haider, de 50 años, siempre aseguró que un día sería el canciller de Austria. Pero no entró en el Gabinete cuando, el 4 de febrero, logró llevar a su partido al Gobierno con la ayuda del Partido Popular liderado por Wolfgang Schüssel. Prefirió quedarse en retaguardia, en calidad de jefe del Gobierno regional de Carintia. Sin embargo, sus declaraciones desde entonces han parecido las de un líder de la oposición y han puesto en una delicada situación a varios ministros adscritos al FPÖ. Su ausencia en el Gobierno de Austria tampoco evitó que los demás miembros de la UE, así como otros países, suspendieran relaciones bilaterales con Austria, y que las protestas dentro del país fueran en aumento.

El rechazo está muy centrado en la persona de Haider, porque fue él quien elogió la política laboral del III Reich y la "dignidad" de los veteranos de las tropas hitlerianas; porque fue él quien con populista retórica y carisma, y con ayuda del desgaste de sus rivales políticos, construyó la segunda fuerza política de Austria en base a un partido que no tenía más del 5% de los votos cuando él tomó sus riendas, en 1986. En las elecciones del pasado octubre conquistó el 27% de los votos con una campaña racista y xenófoba, así como con una clara postura adversa a la Unión Europea y a su ampliación a los países del Este.

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