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Un acusado de agresión sexual dice en el juicio que es impotente

Josep Xifré, de 63 años, vecino de Cunit (Baix Penedès), se enfrenta a una petición de 70 años de prisión como presunto autor de cinco delitos de agresión sexual y otros dos de detención ilegal de dos mujeres, que trabajaban como prostitutas. La defensa alega que el procesado es "impotente" y no puede ser responsable de las violaciones que le imputan las acusaciones. La vista oral del juicio comenzó ayer a puerta cerrada en la Audiencia de Tarragona por expresa petición del fiscal. El procesado Josep Xifré propuso en marzo de 1995 a una mujer, María, de 35 años, subir a un coche en la ciudad de Barcelona para mantener relaciones en su casa de Sitges a cambio de 15.000 pesetas. Sin embargo, el acusado modificó el itinerario previsto y se trasladó hasta su domicilio particular en Cunit, donde tras beber cierta cantidad de whisky, ató las manos de la mujer para practicar un juego erótico con su consentimiento. La joven despertó horas después en una cama, prácticamente desnuda con las dos manos atadas a la espalda.

Introducida en un zulo

En este momento, según el relato del fiscal, el acusado sometió a la mujer a todo tipo de vejaciones tras introducirla en un zulo que había construido debajo de la mesa del comedor. Más tarde, la víctima recibió una paliza, aunque logró soltarse las manos de las cadenas y, tras discutir violentamente con Josep Xifré, el imputado la trasladó hasta Castelldefels y la liberó. Sin embargo, la joven no presentó ninguna denuncia hasta el mes de diciembre de 1996, cuando se produjo la segunda presunta agresión, que tuvo una cierta trascendencia pública.

Otra mujer, Raquel, de 30 años, estuvo retenida durante más de tres días en la casa del procesado, donde fue violada y padeció todo tipo de lesiones hasta que pudo llamar por teléfono a un amigo, que presentó una denuncia ante la Guardia Civil. La mujer manifestó en su primera declaración que sufrió quemaduras en la cara y en otras partes del cuerpo y que las agresiones le produjeron hematomas. Las ataduras le dejaron señales en las manos y también en las piernas. Raquel explicó ayer que durante su cautiverio intentó escapar. "Encontré una lámpara de campo para intentar romper el cristal y llamar la atención de la gente que caminaba por la calle", dijo, "pero [el acusado] me vio, me tiró al zulo y allí estuve el resto del tiempo sin comer ni casi dormir".

La defensa, pese a la contundencia de las acusaciones, solicita la absolución de su cliente con relación a los cinco delitos de agresión sexual porque el acusado es impotente. Además, asegura que las dos mujeres intentaron robarle y hasta una de las presuntas víctimas introdujo unas joyas propiedad del acusado en su bolso. El letrado considera que su cliente, Josep Xifré, padece "una disfunción que le impide mantener una relación sexual normal". Xifré tiene concedida la invalidez permanente, es asmático y le falta un pulmón a causa de una operación. El abogado pide cuatro años de prisión.

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