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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pistoletazo en Iowa

El 'caucus' de Iowa ha dado el pistoletazo de salida para el complejo proceso de selección de un contendiente demócrata y otro republicano en las elecciones de noviembre a la Casa Blanca. En esta fase, que culminará este año relativamente pronto, el 7 de marzo, el Gran Martes, en el que se concentran las principales primarias, el enfrentamiento es dentro de las propias familias políticas, antes de pasar a una dura y cara campaña, ya para las presidenciales, entre los dos contendientes en liza, si finalmente no hay un tercer partido en la discordia, lo que suele perjudicar a los republicanos.Las asambleas de Iowa han sido la etapa prólogo de las primarias, una carrera que requiere una enorme financiación, y cuya primera verdadera prueba es la de las primarias del próximo martes en el pequeño Estado de New Hampshire. En el campo demócrata, el actual vicepresidente, Al Gore, ha barrido en Iowa, donde ha ganado por dos a uno a su más serio rival - con el que está empatado en las encuestas para New Hampshire-, el ex jugador de baloncesto y brillante orador Bill Bradley. Gore, tras unos primeros pasos desastrosos, ha rehecho su campaña, se ha distanciado de Clinton y de Washington, aunque no tanto como para no revindicar su parte de responsabilidad en la bonanza económica sin precedentes que vive EE UU. Entre los republicanos, George Bush se ha impuesto por un 41%, pero su principal rival, John McCain, no se presentaba para concentrarse en New Hampshire, lo que favoreció el buen resultado, 30%, que logró el rico editor Steve Forbes.

No hay aún un verdadero debate de propuestas. Desde una u otra posición, todos luchan por el centro. Por parte demócrata, las discrepancias se centran sobre la ampliación de la asistencia sanitaria, y por el republicano, sobre la forma de recortar impuestos. Más que programas, éste es el momento de afirmar talantes. Y talonarios. Pues reunir dinero para las primarias, y luego para la campaña presidencial, es toda una proeza en la que parece destacar George Bush. A este respecto, una sentencia del Tribunal Supremo acaba de dar la razón a los que piden una reforma en la financiación de las campañas, al dejar claramente en manos del Estado federal la posibilidad de limitar las donaciones, que en algunos lugares se ha intentado ceñir a 1.000 o hasta 500 dólares por persona, y en otros se permite que lleguen hasta los 100.000 dólares, es decir, más de 16 millones de pesetas, en un claro abuso de la democracia.

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