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"La ópera no necesita efectos especiales para emocionar al público", afirma June Anderson

La soprano estadounidense protagoniza "Lucia di Lammermoor" en el Liceo

En el teatro, se mete en la piel de las grandes heroínas de la ópera romántica del siglo XIX, a las que interpreta con una voz ágil y una seguridad técnica impresionante. Cuando cae el telón, la soprano estadounidense June Anderson (Boston, 1952) se transforma en una apasionada internauta. "Me encantan los ordenadores, pero no concibo la ópera sin su dimensión romántica. Es como el cine de antes, que no necesita efectos especiales para emocionar al público", afirma. A partir del día 29, Anderson protagoniza en Barcelona, en el Liceo, Lucia di Lammermoor.

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Con la joya de Gaetano Donizetti, el Liceo despedirá el viejo año y entrará en el 2000.Perfeccionista hasta la obsesión -no cesa hasta encontrar el sonido y la expresión justa de cada frase-, Anderson lleva una semana ensayando en el Liceo con una profesionalidad en la que no caben los divismos. No guarda un buen recuerdo de su anterior actuación en Barcelona -una versión concertante de Giovanna d"Arco, de Verdi, en 1996 en el Palau de la Música- y quiere dar lo mejor de sí misma en su debut escénico en el nuevo teatro. "Fue una velada muy difícil para mí, estaba enferma y decidí actuar para no suspender la audición en el último momento. Espero que todo salga bien con esta producción de Lucia di Lammermoor, que estoy preparando con una enorme ilusión. Quiero complacer de verdad al público del Liceo".

El tenor Josep Bros en el personaje de Edgardo, los barítonos Alexandru Agache y Anthony Michaels-Moore alternándose en el papel de Enrico y el bajo Askar Abdrasanov comparten cartel con Anderson en esta producción del Maggio Musicale Fiorentino, dirigida escénicamente por Graham Vick y musicalmente por Bertrand de Billy. El Liceo presentará esta obra del 29 de diciembre al 14 de enero.

"La mejor compañía"

La soprano estadounidense, que saltó a la fama a principios de los ochenta cantando Rigoletto y La fille du régiment en el Metropolitan de Nueva York con Luciano Pavarotti, asegura que en el nuevo Liceo ha encontrado "la mejor compañía" de todas las producciones de Lucia di Lammermoor en las que ha intervenido. "El trabajo con Bertrand de Billy y Graham Vick es fácil porque compartimos el deseo perfeccionista. Si tengo problemas en los teatros es con los directores de escena que buscan efectos, trucos y gestos escénicos que no tienen un razón musical que los justifique. Los cantantes debemos interpretar con la voz, tenemos que expresar los sentimientos del personaje a través de la voz.

Anderson no ahorra elogios al referirse a Josep Bros, su pareja protagonista en Lucia di Lammermor. "Es un tenor sensacional que tiene una musicalidad y una elegancia maravillosas. Me recuerda al inolvidable Alfredo Kraus, pero con una personalidad diferente, mucho más romántica", comenta entusiasmada.

Aunque ha conseguido grandes éxitos cantando óperas de Donizetti, la soprano asegura que, salvo Lucia, los otros personajes donizettianos le seducen poco. "No me inspiran mucho porque siempre veo problemas en el desequilibrio entre música y palabra. En ese sentido me gustan mucho más las óperas de Bellini".

Cuando habla de Bellini y de su obra maestra, Norma, la cara de June Anderson se ilumina. "Es una ópera que adoro y no me canso de estudiar. Es el personaje más perfecto que existe en el teatro lírico y, después de interpretarlo, todos los demás empalidecen. No hay comparación. Lucia es una adolescente, pero Norma es una verdadera mujer, un personaje de carne y hueso, que ama y acepta su tragedia, que asume su responsabilidad". Anderson, que el próximo mes de junio cantará Norma en la Ópera de París, confiesa que le gustaría volver al Liceo o pisar por primera vez el Teatro Real de Madrid con este personaje.

Desde que debutó en la Ópera de París rescatando Robert le Diable, de Meyerbeer, Anderson vive un auténtico idilio con el público parisiense. "Tengo un apartamento en París y me considero mitad estadounidense y mitad parisiense. De hecho, soy una francófona militante y en mi repertorio la canción francesa es tan importante como la canción americana o la ópera italiana", comenta. Apasionada por la literatura francesa, y devota admiradora de Gustave Flaubert, Anderson disfruta extraordinariamente con el repertorio liederístico francés. "Lo que más me interesa de la música francesa es el mundo de la canción, más que la ópera. Adoro la literatura francesa, y en la canción es donde se logra la más exquisita fusión entre la palabra y la música".

Famosa por su aplomo y seguridad técnica, Anderson tiene la columna vertebral de su repertorio en la ópera romántica italiana, donde exhibe siempre su agilidad vocal, y una gran facilidad para la coloratura. "El público disfruta con las dificultades vocales, ama el riesgo vocal, pero lo único que te permite cantar este repertorio es el dominio de la técnica; sólo así te liberas y puedes concentrarte en el canto", comenta la soprano, que ha triunfado con títulos tan emblemáticos como I Puritani y La sonnambula, de Bellini, y Semiramide, de Rossini.

Callas y Caballé

En cuanto a sus ídolos, Anderson no tiene dudas. "Después de Maria Callas, Montserrat Caballé es la más grande. De Callas conviene estudiar lo que hizo. A Caballé no te cansas nunca de escucharla porque tiene la voz más hermosa y una técnica fabulosa". En su lista de cantantes más admiradas, Anderson incluye sin dudarlo a la mezzosoprano Marilyn Horne, con la que cantó memorables producciones de Semiramide tanto en teatros europeos como estadounidenses. "Horne es la Arsace del siglo y la cantante que mejor ha interpretado el repertorio rossiniano. Para mí ha sido además una gran colega".

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