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Presidentes

ADOLF BELTRAN

No podía haber Entesa al Senat ni nada que se le pareciese. El cordón sanitario que la vieja guardia del PSOE ha establecido alrededor de Maragall y de su aventura política hacia territorios abiertos implicaba un control total, y a toda costa, del PSPV, ahora más que nunca convertido en una federación socialista sucursalizada y devastada. Lo que parece mentira es que la mayoría del partido haya caído en la trampa de una subasta de puestos en las candidaturas en la que partían sus líderes como víctimas propiciatorias. Bajo la inspiración de Felipe González y Joaquín Almunia, y de la mano de Ciprià Ciscar, la involución de los socialistas en España -digamos fuera de Cataluña-, es un hecho evidente. Joan Lerma, aquejado de una miopía política asombrosa, se dejó utilizar en la jugada, pero no merecía esa venganza espeluznante de la que ha sido objeto. No la merecía él, ni la merecíamos los valencianos. Eduardo Zaplana lo ha sabido ver cuando ha calificado de "innecesario" el trato dispensado a su predecesor en su propio partido, donde fue postulado como cabeza de lista por Alicante y rechazado después, con argumentos tan reaccionarios como su velada consideración de cunero, a cambio de esa lumbrera que se llama Juana Serna. "Desde la crítica, la coincidencia o la discrepancia, una sociedad madura y democrática debe tener un respeto por las personas que han tenido un papel importante en la vida social y política de esta Comunidad", dijo acertadamente el presidente de la Generalitat. No se trata de reclamar patentes de corso (las responsabilidades políticas y de gestión deben exigirse y decantarse sin trabas), sino de que un país, una comunidad autónoma, un pueblo diferenciado, no es más que una falacia si no sabe garantizar un estatuto a quienes institucionalmente lo han representado. Los ex presidentes del Consell son emblemáticos y lo que ocurre en el PSPV-PSOE constata que seguimos siendo, colectivamente, un desierto político y civil, una frontera sin ley donde se dirimen las guerras del poder sin miramientos.

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