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Banderas concluye en Israel el rodaje del "thriller" espiritual "El cuerpo"

El actor malagueño interpreta a un cura jesuita

El rodaje de El cuerpo confluyó ayer en Nevé Ilán, cerca de Jerusalén. El filme narra la investigación de un sacerdote jesuita (Antonio Banderas) que, enviado por el Vaticano a Tierra Santa, tiene que averiguar la verdad sobre el hallazgo de una arqueóloga israelí: los restos de un hombre crucificado y enterrado bajo la proclama Rey de los Judíos despiertan el temor de que Cristo no hubiera resucitado. Fe, misterio y celibato se mezclan en una película que, según Banderas, le abre camino a un cine menos inocente del que hasta ahora hacía en Hollywood.

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Un blanco vigilado

"Supongo que me voy haciendo mayor, voy cambiando también físicamente, me van interesando otras cosas y me divierte ya otro tipo de actuación", comentó ayer Banderas en el plató de rodaje. El actor manifestó a la prensa española que la filmación no había sufrido "la presión habitual" en una película cara como es esta, a pesar de que se rodaban del orden de cuatro o cinco secuencias diarias.Con buen humor y su sonrisa seductora y tímida, Banderas añadió: "Ha sido todo muy intenso". Durante el rodaje, explicó el actor, se variaron muchos detalles del guión, y el director, Jonas McCord, dió a sus intérpretes "la oportunidad de introducir mucho trabajo de creación en toda la historia, con lo que se ha logrado un producto que puede ser interesante". La actriz que encarna a la arqueóloga israelí es la británica Olivia Williams.

Según Banderas, la polémica no es el propósito de la película. "Lo que pasa es que cada vez que se habla de temas religiosos en el cine se produce algún tipo de reflexión que se sale un poquito de los patrones, pues entonces la Iglesia probablemente se disguste un poquito, y tal vez también las otras comunidades que están involucradas de alguna manera en la película".

"Porque Israel, en general, y Jerusalén, en particular, son zonas conflictivas donde existe una radicalización religiosa y política, y una ficción como la que nosotros nos estamos planteando en la película generaría cierto revuelo", añadió el actor español, que afirmó: "El arte debe estar por encima de todo ese tipo de controversias y polémicas".

"La Iglesia, en nuestros días, debe estar más atenta, quizá no tanto al tema de la divinidad, como al mensaje que hace ahora 2000 años Jesucristo lanzó al mundo y que probablemente sea lo más utilizable de todo", afirmó Banderas.

Para el actor, la película tiene tres lecturas diferentes que son interesantes: por una parte, el thriller espiritual, religioso, político que desencadena el hallazgo del cuerpo; por otra, hay una reflexión interna del personaje sobre la fe, y al mismo tiempo existe un tercer nivel que hace reflexionar al personaje también en torno al celibato.

Existe una historia de amor, pero no corporal. No hay contacto físico, salvo una escena en la que el sacerdote y la arqueóloga israelí se besan, y jamás vuelven a hablar de ello. "La relación puede ser caliente, pero está más en la contención, en no darse, en ser fiel al compromiso adquirido, y ese tipo de personaje me interesó, quise moverme un poco dentro de él", declaró Banderas.

Escuela Hopkins

A Banderas le interesó meterse en la piel de este cura jesuita y profesor de historia por tratarse de un personaje "muy interior" y por razones técnicas. "Me apetecía hacer un personaje en el que la expresión física fuera bastante limitada y desarrollar un personaje mucho más desde dentro. Trato de utilizar para ello todo lo que aprendí con Anthony Hopkins", dijo, en alusión al actor británico con el que trabajó en La máscara del Zorro.

Al principio, al actor le daba "un poquito de miedo" meterse en la piel de un sacerdote, sobre todo por el tipo de personaje que él venía desarrollando y por la necesidad de hacerlo creíble. "Se trataba no sólo de cómo salirse de uno mismo, sino de salir de los personajes con los que la gente me ha identificado". El actor añadió: "No existe tanta diferencia entre un hombre normal y un sacerdote".

En lo personal, Banderas se califica a sí mismo como "hombre creyente hasta cierto punto", aunque tiene "dudas acerca de la existencia de Dios". Lo primero, por educación y por su cultura -"España es un país muy católico, y Andalucía probablemente más, o por lo menos lo expresa de una manera muy ferviente", dice-, y lo segundo, por su lado racional.

"Debo reconocer que a veces pido ayuda a Dios, y hago todas esas cosas que he visto hacer a mis padres y a mi familia, y tal vez una parte de mi alma todavía necesite una llama encendida que me haga sentir que puede existir otra vida y esas cosas", confesó emocionado, al tiempo que recordaba que tenía un primo que era cura jesuita y una tía monja.

"Todos hablan de ese tipo de cosas al final de este milenio tan loco que hemos vivido, bailando tanto con la muerte y con tantas cosas peligrosas, y quizá exista una que vuelva a la espiritualidad", señaló Banderas.

El actor se manifestó "optimista en ese sentido, y tal vez en las próximas dos décadas -"los años trabajan en una forma simbólica", matizó- se produzca una vuelta al humanismo y se pueda vivir un segundo Renacimiento". "Yo me apunto a ello, desde luego", aseguró.

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