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Megaport

ALEJANDRO MAÑES

La lectura de unas recientes declaraciones de Juan Antonio Mompó, presidente de la Autoridad Portuaria de Valencia, afirmando que el crecimiento registrado por el puerto de Valencia, hace pensar en la creación de un megaport, que permita sumar a las instalaciones de Valencia, las del puerto de Sagunto, me advirtió de un reconocimiento que, desde hace tiempo, tiene pendiente, José Belenguer Llaneras.

Su buen amigo, Luciano García de la Riva, me lo recordaba diciendo, que nadie como él, predijo el futuro prometedor del puerto de Valencia. Se adelantó a la containerización, inició, desde la presidencia del Consejo de Usuarios del Transporte Marítimo, la negociación de fletes con las conferencias de navieras, llevó a cabo una de gran trascendencia, para el sector de la madera y mueble, con la Iberian/US North Atlantic Westbound Freight Conference, y vislumbró con claridad, el devenir de los puertos valencianos. En tiempos en los que el puerto de Valencia se caracterizaba por el tráfico de mercancía general diversa, hoy containerizada, el de Sagunto por graneles sólidos, con la proximidad de la IV Planta Siderúrgica, y el de Castellón por graneles líquidos, derivados de la vecina refinería, José Belenguer ya abogaba por la especialización portuaria, bajo una dirección coordinada. Sabía lo importante que era la eficacia del transporte "puerta a puerta", para la competitividad internacional y señalaba la necesidad del transporte intermodal, conjugando los diferentes medios, e insistía en la mejora de sus diferentes infraestructuras.

También se podía constatar su preocupación, por la ubicación e hinterland del puerto de Valencia en el Mediterráneo, próximo a Barcelona, pero también a Marsella o Génova, con un futuro no lejano, en el que los buques interoceánicos, iban a tener que optar, por un solo puerto, entre los varios del arco Mediterráneo noroccidental, sin llevar a cabo diferentes escalas.

La posición de Valencia ha mejorado mucho, pero no sólo es el propio puerto quien debe ponerse a punto, para retener y acrecentar los actuales tráficos, sino toda la economía valenciana, sector público y privado, mediante las correspondientes infraestructuras complementarias. Se hace necesario acometer nuevas inversiones, que cumplan naturalmente los requisitos jurídicos por su impacto social y ambiental, y que incluyan las instalaciones técnicas necesarias, en un entorno cada vez más competitivo. De lo contrario pueden derivarse graves consecuencias para la economía valenciana, en un momento en el que la calidad de los servicios, se hace cada vez más determinante de la actividad empresarial.

Se hace igualmente imprescindible una negociación entre los sectores y operadores implicados, idea lanzada, entre otros, por Eliseu Climent, a través de la institució Ignasi Villalonga, que contemple el futuro de la realidad portuaria ante el reto de la globalización, la existencia de unas comunicaciones ya afectadas por la reducción de escalas en los buques interoceánicos, y el incremento de la incidencia, en los tráficos correspondientes, de otros medios, como la carretera y el ferrocarril, en los cuales nuestras infraestructuras dejan mucho que desear.

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Alejandro Mañes es gerente de la Fundació General de la Universidad de Valencia.

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