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Albert Boadella define el montaje de 'Daaalí' como su obra más española

El espectáculo se representa desde hoy en Madrid

No faltó de nada. Fiel a su condición, Els Joglars presentó ayer en Madrid su última creación, Daaalí, con una actuación del polifacético actor Ramon Fontseré como anticipo de lo que Boadella denominó su obra "más española". Lejos del tópico, el grupo recrea un Dalí épico, cercano a El Quijote, buena persona y entrañable, alguien que nunca quiso perder el paraíso de la infancia y de los pocos que lo consiguió. Pero Daaalí es algo más: es también un paseo irónico, provocativo y alejado de la convención por el siglo que termina.

A Albert Boadella, el alma de Els Joglars, le esperaba ayer en Madrid una sala abarrotada de público y cámaras de televisión. Y él, que llegó con una cartera de ejecutivo debajo del brazo y con un atuendo muy cuidado, empezó por autodefinirse como un conservador. No en el sentido convencional, que es depredador, según Boadella: "Me gusta conservar las cosas porque considero que sin la tradición no hay nada, y en eso coincido con Dalí, que siempre quiso ser un artista del Renacimiento".Boadella, que fue un "vil progre" de los años sesenta y al que unas críticas a Franco le condujeron a los tribunales, considera que tratar a Dalí como un simple franquista es una frivolidad. "Tuvo el derecho a decir todas las burradas que quiso, algo que yo también reivindico", señaló Boadella. Una identificación con el pintor de Cadaqués que le llevó a decir al fundador del grupo que Daaalí es en cierto modo su pequeño álter ego.

Els Joglars se lanzó a esta historia porque Dalí ("el primer hombre-anuncio de sí mismo, que descubrió el poder de los medios de comunicación") es un personaje absolutamente desconocido, según Boadella. Hay muchos Dalís (el histriónico, el provocador, el ávido de dinero, el apostólico y románico...), pero lo que a Els Joglars les sedujo fue el Dalí niño. El artista que congela su niñez en los sueños con la impunidad que proporciona la infancia. "Y él, dotado de una extraordinaria inteligencia, lo consigue a través de su mundo erótico quedándose toda su vida como masturbador y voyeur, algo de lo que hace gala. Se encontró con una mujer-madre (Gala) y terminó jugando con la muerte durante los cinco últimos años de agonía", resaltó Boadella, que explicó por qué en su montaje aparece un piano de cola: "Para Dalí tenía una simbología extraordinaria. Cuando era niño su padre le dejó encima de un piano un libro sobre sexualidad explicada a la vieja usanza. Y al abrirlo vio unas imágenes truculentas que lo traumatizaron y ya no quiso saber nada sobre sexualidad activa".

Con una puesta en escena austera y exenta de barroquismo ("a mí me gustan las escenas vacías", dijo Boadella), Daaalí es también un repaso de lo que ha sido este siglo. Incluye referencias a la Primera Guerra Mundial, que Dalí vivió a los 10 años, y a la Segunda, como creadora de los elementos decisivos en las artes y la política del siglo XX. Boadella, que dijo no saber explicar su obra, añadió que la condición de Daaalí es la de ser muy española, porque hunde sus raíces en el sentido del humor, la ironía y el inconformismo del pueblo español.

Daaalí fue estrenada en Figueres, ha sido representada en varias ciudades españolas y en Buenos Aires, permanecerá en el teatro María Guerrero de Madrid hasta el 9 de enero y viajará a Barcelona el 16 marzo.

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