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ENTREGA DE LOS PREMIOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS

Don Felipe destaca la lucha de los premiados por un mundo más justo

El príncipe resalta la conquista por la mujer de sus derechos como uno de los logros de este siglo

Miguel Ángel Villena

"Conseguir un mundo más justo y solidario debe seguir siendo un objetivo prioritario de la acción humana. En la apoteosis de las comunicaciones planetarias es aún necesario fortalecer la idea de que existe una sola humanidad, muchas identidades y que todos en la Tierra debemos ser iguales en dignidad, derechos y deberes". A partir de estas premisas, que inspiran desde 1981 la concesión de los Premios Príncipe de Asturias, el heredero de la Corona elogió ayer, en un solemne acto celebrado en el teatro Campoamor de Oviedo, las trayectorias de los galardonados en 1999. Don Felipe quiso recordar al final de su discurso que este último año del milenio obliga a todos, cada vez más, "al respeto a los derechos humanos, a la dignidad del individuo, la libertad de opinión y pensamiento y el derecho al trabajo, porque somos más conscientes de sus constantes violaciones, y también más responsables de ellas". El príncipe de Asturias subrayó también, y de modo explícito, como uno de los grandes logros de este siglo de claroscuros la conquista por la mujer de sus derechos. "La conquista de la igualdad por parte de las mujeres del mundo occidental, y entre ellas las españolas, ha permitido en buena medida la reparación de una absurda e injusta situación".Por ello, don Felipe resaltó en la tenista alemana Steffi Graf -la única mujer premiada en esta edición, junto con la astronauta japonesa Chiaki Mukai- no sólo una trayectoria deportiva, sino también sus cualidades humanas "por ese afán de bien común, más allá de su labor estrictamente profesional, que se ha visto materializado con la creación de una fundación dedicada a ayudar a niños y jóvenes víctimas de la violencia y de la explotación".

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Así, a lo largo de su intervención, el heredero de la Corona repasó los méritos de todos los premiados. Del Instituto Caro y Cuervo, premio de Comunicación y Humanidades, destacó su obra ejemplar y grandiosa del Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, calificado por el escritor también colombiano Gabriel García Márquez como "la gran novela de las palabras". A renglón seguido tuvo palabras para el historiador Raymond Carr, premio de Ciencias Sociales, del que subrayó su aportación de la máxima importancia al conocimiento de la historia de España en los siglos XIX y XX, así como su gran impulso a la renovación historiográfica española. Del arquitecto valenciano Santiago Calatrava, premio de las Artes, elogió su arquitectura, a la vez tan española y tan meridional, al tiempo que describió su combinación magistral de la arquitectura, la ingeniería, la escultura, el diseño o la filosofía.

Comentarios muy especiales tuvo el príncipe de Asturias para el premio de las Letras, Günter Grass, recompensado con el Nobel unos meses después del fallo de la distinción asturiana. "Grass es el autor", manifestó don Felipe, "de algunas de las novelas más significativas que se han escrito en la segunda mitad de este siglo". Parafraseando al poeta portugués Miguel Torga, el Príncipe exaltó el compromiso ético del escritor alemán al comentar: "La voz de un poeta no puede tener dueño si quiere actuar con autenticidad. Doblegada, pierde todo el encanto, el prestigio y la acción que la hacen ser deseada, convincente y redentora".

Después de ensalzar los méritos del cirujano español Enrique Moreno y del neurocientífico mexicano Ricardo Miledi, premios de Investigación Científica y Técnica, el príncipe de Asturias tuvo también un recuerdo significativo para los cuatro astronautas distinguidos con el Premio de Cooperación Internacional (el estadounidense John Glenn, el ruso Valeri Poliakov, la japonesa Chiaki Mukai y el español Pedro Duque), definidos por don Felipe como impulsores de "inmensas y positivas ventajas de la cooperación pacífica". Al referirse a Cáritas, premio de la Concordia, señaló que ninguna labor puede ser tan imprescindible y noble como la que está destinada a los más necesitados. Para hablar sobre el trabajo de esta organización católica utilizó prestadas unas palabras del escritor francés Albert Camus: "Vuelva a sentir ese amor por el hombre, sin el cual el mundo sólo sería una inmensa soledad".

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