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Clinton promete no volver a hacer pruebas nucleares pese a la votación del Senado contra el tratado

Washington vivió ayer con conmoción el histórico rechazo por el Senado de EEUU del Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares (TPCPN). Para encontrar una humillación política semejante propinada al presidente hay que remontarse a 1920, cuando el Senado rechazó el Tratado de Versalles y la creación de la Sociedad de Naciones. Profundamente herido, Bill Clinton insistió en que seguirá luchando por resucitar el TPCPN. "Nunca antes un tratado tan serio sobre control de armamentos había sido abordado en el Senado de un modo tan irresponsable y partidista", dijo.

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El primer "no" desde 1920

"La batalla está lejos de haber terminado", advirtió ayer el presidente estadounidense. En una conferencia de prensa en la que denunció con dureza el "nuevo aislacionismo" de los "extremistas" republicanos del Senado, Clinton dijo: "No abandonaremos nuestro compromiso con el tratado y no volveremos a efectuar pruebas nucleares". Luego pidió a Rusia, China, India y Pakistán que tampoco reanuden estas pruebas. El TPCPN puede volver a ser sometido a ratificación en el Senado el próximo año, pero la composición de la Cámara seguirá siendo la misma que ayer. Nadie imagina en Washington cómo cambiarán de opinión un número suficiente de los 51 republicanos que votaron contra el tratado. El portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart, subrayó que el resultado de la votación era fruto de "un preparado tóxico de imprudente partidismo y peligroso aislacionismo".

El terremoto provocado por la no ratificación del tratado que prohíbe cualquier tipo de prueba nuclear real alcanzó dimensiones internacionales y el Partido Demócrata anunció en Washington que convertirá este asunto en uno de los grandes temas de la campaña electoral del 2000.

Al Gore, vicepresidente y aspirante a la sucesión de Clinton, declaró que denunciará a los republicanos por haber propinado semejante bofetada no solo al presidente de EEUU, sino al mundo y a sus esperanzas en un planeta libre de pruebas nucleares. "Es un acto", dijo Gore, "de una irresponsabilidad que deja sin aliento".

Muchas voces se alzaron para señalar que el liderazgo moral de EEUU en la lucha contra la proliferación armamentística queda comprometido. "No tenemos autoridad para decirles a China, Pakistán, India, Corea del Norte o cualquier otro país que no deben ensayar armas nucleares", subrayó el senador demócrata Carl Levin.

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En la madrugada de ayer, el Senado rechazó ratificar el TPCPN, que había sido firmado por Clinton en septiembre de 1996. El acuerdo recibió el voto negativo de 51 senadores, todos republicanos, y el favorable de 48, con 1 abstención. Liderados por la extrema derecha del senador Jesse Helms, la mayoría republicana rechazó el tratado por considerar que ata las manos de EE UU y dificulta la modernización de su arsenal nuclear, sin garantizar que el control de los experimentos en otros países.

Helms había prometido que en la colina del Capitolio se celebraría "el funeral" del TPCPN, firmado por 154 países pero sólo ratificado por dos (Reino Unido y Francia) de las siete potencias nucleares. Su promesa se ha convertido en realidad. EE UU, la mayor potencia nuclear, con 3.000 cabezas y 1.000 pruebas reales efectuados, se ha convertido en la primera en rechazar oficialmente el acuerdo.

La única alternativa que le queda a los demócratas es capitalizar políticamente en los comicios del 2000 el apoyo mayoritario de la opinión pública de EEUU a la prohibición de pruebas nucleares. "Mi primer acto como presidente será volver a someter a ratificación el TPCPN", prometió ayer Gore.

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