_
_
_
_
_
Reportaje:

La unión transformó a un pueblo

Mañana se cumple un mes. El 5 de septiembre pasado los habitantes de la localidad vizcaina de Zeberio se derrumbaron como un púgil que cae inerte sobre la lona. Ese domingo llovía con lentitud poderosa. A media mañana, dos de los cientos de voluntarios que buscaban una pista sobre Laura Orue, desaparecida una semana antes en circunstancias extrañas, encontraron su cadáver semienterrado en las cercanías del caserio familiar de la joven. El dolor que hasta entonces gravitaba sobre los 900 vecinos de Zeberio y pueblos de alrededor se transformó en tragedia. La localidad vizcaína suspendió sus actos festivos y se escondió del miedo. Un mes después, el pueblo trata de olvidar la tristeza y secundar un lema: "siempre para adelante". Ayer, el Ayuntamiento convocó una jornada festiva y de solidaridad. Un homenaje a Laura Orue y a Pedro Goikoetxea, quien el 5 de septiembre murió en Zeberio al chocar su goitibera contra un muro en un concurso festivo. La celebración también tenía otro objetivo: premiar la unión que durante aquellos ocho días de búsqueda incesante transformó a un pueblo. "Nunca hasta entonces estuvimos todos tan unidos, por encima de ideologías o de intereses. Eso es lo que no debemos olvidar", señala Luis, que junto a su esposa Bego y su hija de 13 años, hace cola para entrar al frontón de Zeberio. El recinto deportivo acogió ayer a 200 comensales que a ritmo de tikitritxa degustaron alubias con sacramentos (chorizo, morcilla y tocino), postre y café. Jóvenes, mayoritariamente, pero también familias enteras y personas mayores, pagaron gustosos las dos mil pesetas del menú. Entre los asistentes, dos invitados especiales, los campeones bertsolaris Andoni Egaña y Unai Iturriaga. Tras la comida, improvisaron versos que recordaban a la joven asesinada y agradecían la solidaridad vecinal. Tampoco olvidaron llamar la atención sobre Zeberio: un pueblo abandonado, disperso (32 kilómetros; 41 barrios; unos 300 caserios, más de cien inhabitados), que en su día tuvo 3.000 habitantes. Javier Uria y José Luis Kortajarena, alcaldes de Zeberio y Miraballes, respectivamente, escuchan atentos. También Lorena y Oiane, de 13 años, y su amiga Alasne, de 12. Las tres, con voz muy queda, recuerdan que conocieron a Laura Orue en sus prácticas de magisterio en Zubialde, la escuela pública del pueblo. "No tenemos miedo pero ha sido algo muy impresionante, de esas cosas que crees que nunca van a pasar cerca de tí", cuentan. Ellas han asistido a la Misa que a las 12.30 se ha celebrado en la parroquia de santo Tomás de Olabarrieta. Estaba todo el pueblo, también los padres de Laura. Silentes, aunque agradecidos. A ellos, ausentes en la comida, se dirigió en euskera el cantante Ramón Martikorena en su intervención festiva. "Padre y madre de Laura, os recordamos que Laura se ha convertido en la hija de todos". Las palabras eran de Kepa Pérez, profesor de la joven muerta. Las voces se tiñieron de un solo color para cantar los versos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_