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CICLISMO Vuelta a España

"Seguro que de aquí sale alguien al hospital"

Luis Gómez

La noche del sábado se celebró una cena de la Asociación Española de Equipos Profesionales en un hotel de Barcelona. Buena oportunidad para anticipar el conflicto que se veía venir para el domingo. La palabra suspensión estaba en boca de muchos de los presentes, pero nadie aprovechó la ocasión para negociar. Por la mañana, Álvaro Pino reunió a sus corredores "para armarla en la etapa", pensando que no habría alteración en el recorrido. Pero no trataba de provocar una huelga sino todo lo contrario: Pino quería atacar. Era su etapa decisiva. Cuando se enteró de la modificación, montó en cólera. Por el contrario, Eusebio Unzue aceptó de buen grado la decisión: "Es una decisión razonable. Si hacemos la etapa, tal y como estaba prevista, seguro que de aquí sale alguien al hospital". Unzue afirmaba que la modificación perjudicaba los intereses de su equipo, "pero la acepto por coherencia". Pino, sin embargo, contestaba a todos: "Lo que pasa es que aquí cada cual ha buscado su interés. Yo tengo corredores como Rubiera y como Heras que bajan muy bien. Rubiera estaba con una sonrisa de oreja a oreja pensando en la etapa. Y lo que pasa también es que Banesto tiene corredores (por Chava Jiménez y Zülle, sobre todo), que bajan cuadrados. Y Vitalicio tiene un corredor (por Igor González de Galdeano) que también baja cuadrado, que lo se yo". Se entiende lo que es "bajar cuadrado", término del argot ciclista más elemental. A Pino no se le pasó el disgusto y el resto no escapó a la sensación de bochorno. Se evitaron las caídas y el pelotón llegó, incluso, cortado (con Zülle en el paquete de atrás) entre el abucheo general. Se evitaron las caídas, sí, todas menos una: Ullrich se dio un tremendo mamporro al bajar del podio. Tanto es así que se fue cojeando al autobús. Los ciclistas llegaron a la meta con ganas de marcharse corriendo a los autobuses. Los pitos del público molestaban a sus oídos. No estaban para declaraciones y pedían paso. El veterano corredor catalán Melcior Mauri, ahora en el Benfica portugués, fue de los pocos en acceder a emitir una opinión. "Conozco de sobra este circuito y puedo decir que es muy peligroso". Marcel Wust negó su condición de cabecilla ("sólo he hecho de traductor", insistía una y otra vez) y Piepoli, señalado por todos como el inductor de la huelga, evitaba todas las preguntas. Francis Lafargue, el relaciones públicas del Banesto, trataba de llevárselo al autobús, consciente de que todo el mundo señalaba con el dedo al corredor como presunto culpable de lo sucedido. "Os dejáis dominar por el Piepoli ése", había dicho en la salida el ex atleta Javier Moracho, ahora relaciones públicas de la Vuelta. Algunos directores pedían una sanción para Piepoli. "Que le expulsen de la carrera", solicitaba Javier Mínguez, del Vitalicio. Naturalmente, nadie se interesó por Fabio Roscioli. Nadie le pidió una entrevista. Roscioli está considerado como un pestoso en el pelotón (otro término del argot, que define a los corredores antipáticos por su conducta en carrera). Su actitud habrá contribuido a asentar su fama entre sus colegas.

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