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Reportaje:

"Ahora sólo quiero olvidarlo todo"

El barcelonés Farid Saban es un joven de 17 años algo tímido, espigado y, sobre todo, muy delgado. Un mes y una semana en un penal marroquí le han hecho perder algunos kilos que no le sobraban. Él es el menor catalán que fue encarcelado en Tetuán por conducir sin carnet tras un accidente de circulación. Anteayer regresó a su casa de L"Hospitalet de Llobregat desde Ceuta, adonde marchó, la semana pasada, en cuanto un juez marroquí le puso en libertad tras pagar una multa de 30.000 pesetas. "Ahora sólo quiero olvidarlo todo". Farid todavía se pellizca para saber si es cierta una situación que ha sido para él inesperada, injusta e incomprensible. Todo empezó el sábado 31 de julio. De vacaciones en la casa de su abuela en Río Martil, cerca de Tetuán, salió a las dos de la tarde a buscar pan. Se encontró a un amigo que le ofreció recorrer la manzana que separa el domicilio de la panadería conduciendo su coche. No se lo pensó dos veces. "En el primer cruce paré tranquilamente, pero al cabo de unos segundos noté un golpe seco en la parte trasera", explica Farid con los ojos gachos. "No vi a nadie", prosigue, "pero al bajar me encontré un chico y su moto tirados en el suelo". El joven motorista ingresó en el hospital -hoy ya está restablecido-, mientras que la policía marroquí detuvo rápidamente a Farid, fue esposado y enviado al calabozo de la comisaría de Río Martil. Desde ahí fue trasladado en furgoneta a la prisión de Tetuán e ingresado en una celda junto a 40 presos comunes del país. "Dormíamos encima de unas mantas, uno al lado del otro, porque allí no hay camas". Farid recuerda las estrecheces del habitáculo, con una ducha y un sanitario para todos los reclusos de la celda. Pero lo peor para él era la incomunicación: "No hablo el árabe; sólo entiendo un poco un dialecto marroquí que me permite comunicarme con mi abuela". En las horas de patio, Farid trabó amistad con un madrileño, David, que acababa de entrar en la prisión por tráfico de drogas. "Era con el único que podía entenderme", asegura. La policía no comunicó su detención al consulado español de Tetuán porque consideró a Farid un marroquí más. La legislación española de extranjería obliga a los inmigrantes con residencia legal en España a inscribir a sus hijos en el consulado correspondiente, y no es hasta el año de vida del recién nacido que se le concede la nacionalidad española, una vez que se renuncia a la anterior. Farid, que nació en Barcelona, fue marroquí durante sus primeros 12 meses de vida. Para el Gobierno alauí él es un nacional más porque no considera la renuncia a la nacionalidad. Farid todavía no comprende por qué el consulado en Tetuán se despreocupó de las reclamaciones de su familia si él sólo tiene un pasaporte, el español, y ha crecido, estudiado y vivido desde siempre en España. Durante su confinamiento llegó incluso a observar como la oficina consular se encargaba de la alimentación de los presos españoles. Mientras, él se veía obligado, "por miedo", a compartir con otros reclusos la comida que le llevaba su padre. Hasta que su situación no saltó a los medios de comunicación el pasado 1 de septiembre, el Ministerio de Asuntos Exteriores no reaccionó. Al día siguiente, el cónsul acudió a la cárcel y comunicó a Farid que el Gobierno español hacía gestiones para su liberación. En 48 horas, el menor ya estaba en la calle. Farid regresó anteayer a su casa de L"Hospitalet y fue directamente al hospital de Bellvitge para un reconocimiento médico. Muy delgado, los facultativos le han diagnosticado una infección en el estómago, fiebre, una leve bronquitis y gran cantidad de hongos en las ingles. Sus afecciones no han obligado a hospitalizarlo, pero ahora deberá ir al psicólogo. La familia de Farid está muy agradecida por la buena reacción que al final tuvieron el consulado de Tetuán y el Ministerio de Asuntos Exteriores. El portavoz familiar, Alami Susi, también reconoce las gestiones realizadas por la fundación Hassan II, organización de ayuda al inmigrante que depende del Ministerio de Justicia de Marruecos. "Nosotros no dejamos de ser hispano-marroquíes", puntualiza, y agrega: "A ellos tampoco les interesan situaciones como ésta porque la gente que baja de vacaciones es una fuente importante de divisas para el país. Y aquí ahora hay hijos de inmigrantes marroquíes que tienen miedo a bajar". La familia Saban sí está muy disgustada con la Generalitat porque dice que nadie se ha interesado por su situación. "El Ayuntamiento de L"Hospitalet es la única institución de aquí que nos ha ofrecido ayuda. ¿Qué habría pasado si en vez de Farid mi cuñado se hubiera llamado Pere o Josep?", afirma con rabia Alami. Lejano a esta cuestión, Farid dice que ha aprendido una buena lección: "Jamás volveré a conducir sin carnet".

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