El temple de Javier Castaño
En el tercer día de feria llegó el viento fresco de un novillero con ganas de ser gente en el mundo del toro, con temple y personalidad a la hora de manejar los engaños, que cortó un total de cuatro orejas y dejó en el ruedo complutense de Alcalá la impronta de su valor y buenas maneras. Se anuncia en los carteles como Javier Castaño. Recibió a su primer novillo Javier Castaño en el tercio con una larga cambiada comprometida, por lo cerca que le pasaron los pitones del novillo y porque se le vino cruzado. Unos lances a la verónica llegaron después, interpretados con el capote recogido por la esclavina. Y una faena de muleta empezada por estoicos estatuarios, a los que siguieron dos tandas en redondo templadas, bien rematadas en donde el gusto fue una componente principal. Una serie breve al natural, los pies casi juntos y ofreciendo el medio pecho, y luego un toreo de parón, circulares y pases por alto en la suerte natural y contraria, y el final de un estoconazo de lenta ejecución.
Al sexto lo recibió Javier Castaño con una larga cambiada y dos faroles de rodillas en el tercio que crujieron en los tendidos. Y en el tercio de muleta y espada volvió a estar decidido, templado y torero. Ahora sí utilizó la mano izquierda ante el novillo encastado, amén de la derecha, en dos series de largo trazo, ligadas, arrebujadas, y volvió al toreo de parón y aquí estoy yo, también con la espada.
El Cid, novillero recio y cuajado, estuvo aseado y templado en su primer novillo, y serio y sobrado de oficio en su segundo, al que arrancó una oreja. Y Juan Bautista hizo un bonito quite por navarras en su primero, al que sacudió una buena estocada; y en el quinto sobresalieron chispazos de su gusto torero con la muleta, en una faena en la que le faltó el suficiente acoplamiento.