El trío de la bencina
Fermín Cacho, Reyes Estévez y Andrés Díaz tendrán que responder en Sevilla a la expectación que levantan y las dudas sobre su estado
Ahí fuera tres mediofondistas están dando que hablar. Pero la gente no sabe qué pensar de Fermín Cacho, Reyes Estévez y Andrés Díaz. Evidentemente todo el mundo sabe que son tres atletas excelentes. En el caso de Cacho tiene un puesto en la historia del deporte español. Ganó la medalla de oro en Barcelona 92 y desde entonces ha sido uno de los especialistas más solventes del mediofondo. Cacho sabe lo que se hace, pero la gente le observa con cierto asombro. Cada vez que prepara una gran competición (Juegos Olímpicos o Campeonatos del Mundo), envía señales negativas. Malas marcas, actuaciones impropias de su calidad, debilidad para enfrentarse a sus grandes rivales. Sin embargo, de manera casi inevitable, Cacho saca el conejo de la chistera y sorprende al personal con unas actuaciones gloriosas donde cuenta: en los grandes campeonatos.Por lo que hemos visto de Cacho hasta ahora, nadie daría un chavo por él. En Zúrich, una de las catedrales del mediofondo, terminó en el última posición, a nueve segundos del marroquí El Guerruj. Una catástrofe en toda regla que alentó los temores sobre su estado. Mientras tanto, Cacho se lo toma con calma. "En Sevilla estaré en perfectas condiciones. Sólo me interesan las tres carreras que disputaré allí. El resto no me importa". La gente que se entrena con él dice que no entiende las pésimas marcas de Cacho, pero esos mismos atletas dicen que le entienden perfectamente cuando habla de conseguir un gran puesto en Sevilla. "Ahora mismo está para correr el 1.500 en 3.30", dicen sus compañeros de entrenamiento. Si lo dicen es porque ven indicios que nadie más puede descifrar. Y como la historia ha dado la razón con demasiado frecuencia a Fermín Cacho, conviene no desestimarle en Sevilla.
Reyes Estévez venía como un tiro a por El Guerruj. El pasado año, después de ganar el campeonato de Europa, dio una impresión extraordinaria. Por calidad, por confianza y hasta por temperamento. Dominaba las carreras a su antojo. Tenía un año por delante para afilar sus armas y amenazar la supremacía de El Guerruj. No ha sido así. Una grave dolencia coronaria de su entrenador, Gregorio Rojo, le sacó de su medio natural -el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona)- y le obligó a entrenarse en Soria. Los problemas siguieron con una lesión que le cortó la temporada en julio. Recuperado Gregorio Rojo, Estévez ha regresado a Barcelona y comienza a ofrecer signos positivos. En la reunión de Zúrich bajó de 3.32 y superó a consagrados como Morceli o el keniano Rotich. A Estévez le pareció que, por fin, todo comenzaba a rodar bien. Por clase, está en condiciones de competir con los mejores. En los Mundiales de Atenas, con sólo 21 años, consiguió el tercer puesto. En Europa no hay nadie más prometedor, pero su sinuosa temporada ha levantado dudas sobre la respuesta de Reyes Estévez en Sevilla.
La progresión de Andrés Díaz ha sido espectacular. Hasta el pasado año, hizo toda su carrera en la prueba de 800. Nunca bajó de 1,45 minutos. Allí no tenía futuro. Su entrenador Manuel Pascua le dijo que debía explorar el 1.500. También le comentó que debía endurecerse, porque su tendencia a la melancolía le resultaba devastadora en las grandes competiciones. Los resultados han sido inmediatos. Un discreto atleta de 800 se ha convertido en el europeo con mejor marca del año, por debajo de 3.31, lo que le sitúa como alternativa. Poco se sabe sobre su estado físico, aunque se comenta que atraviesa por problemas con el tendón de Aquiles. Más que esas dificultades, en Andrés Díaz pesará la capacidad para superar sus viejos miedos en la competición. Por lo que parece, está en camino de solucionarlos. Su victoria sobre Estévez y Cacho en el campeonato de España le sirvió para ganar la confianza en sus fuerzas que siempre le ha faltado.
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