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Entrevista:NUEVO SIGLO

"Ojalá mis canciones lleguen al centro de la Tierra"

Tose. Carraspea. Tiene la afonía de 20 recitales. Le quedan otros 30. La cantautora Rosana Arbelo es esclava de su última gira, Luna nueva: "El montaje más espectacular y grandioso de este verano. Más de dos horas de recital, baile y diversión", anuncia su cartel de promoción. Ha vendido medio millón de copias. Sin una foto, ni camisetas con su cara, sólo su nombre, como las carátulas de sus discos, sobrias. Le obsesiona no venderse ella, sólo su música, repite en su oficina, un piso que no parece una oficina, en el que se acomoda en los rincones, entre colaboradores que la hacen creer que quien los atiende es ella y no al revés. Habla casi sin parpadear y remata con carcajadas.Pregunta. Las ventas -dos millones de discos- que avalaron su primer trabajo, Lunas rotas, la colocaron a la cabeza de un movimiento de cantautores de éxito del que ya no se habla. ¿Existió ese fenómeno?

Respuesta. Sigue existiendo el fenómeno de los cantautores que revolucionaron el mercado. Ahí siguen Jarabe de Palo, Pedro Guerra, Ismael Serrano o el propio Alejandro Sanz... El problema está en que seguimos hablando de fenómenos, de nombres, del año de alguien. Es obligación de los que nos dedicamos a la música que la música esté por encima de nuestros nombres, de las personas. Estamos convirtiendo este oficio en moda. El mercado musical es un horóscopo chino. No debería ser el año de nada ni de nadie, sino el año de la música por la música. El baremo de lo que es mejor o peor está agotado. Es necesario abrir el mercado: nosotros, los artistas, con la creatividad, los medios en la exposición y la industria con la apuesta. Hablar de lo que sube o baja, de lo que se lleva, no tiene nada que ver con la creatividad.

P. En su concepto de la creatividad evita ser metódica, seguir la técnica musical.

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R. De cara a la composición, si tú te riges por los cánones estipulados, evitas el error, pero también evitas encontrarte con algo que no esté dentro de tus registros. No soy metódica, una persona que se obligue a componer, que se imponga horarios. Prefiero que sea la canción la que me dicte cuándo quiere que yo la componga, cuando es una necesidad. Lo que me apasiona es hacer música apasionada.

P. ¿Y cómo ha evolucionado desde Lunas rotas?

R. Luna nueva es una ampliación estilística de Lunas rotas. En este disco hay más estilos, desde rumbas o rancheras a connotaciones gospel. No hay un Talismán 2; el público ha saltado conmigo de un disco a otro a pesar de que se suele generar un ambiente melancólico cuando compones un nuevo disco, por querencia con el anterior. En esta gira hay una magia mucho más festiva.

P. Los músicos reconocidos promocionan a nuevos talentos. ¿Por quién se interesa como productora?

R. Busco algo que me emocione, produzco a gente que me dice musicalmente la verdad. Se habla de por quién apuesta Alejandro Sanz o yo, pero lo hacíamos desde mucho antes. Ahora, se tiene más en cuenta por el nombre que tenemos, pero no somos los únicos que lo hacemos en esta industria.

P. Usted elude muchas entrevistas y actos de promoción que le ayudan a preservar su vida, pero quizá venda menos discos.

R. Lo más sencillo es lo más complicado de explicar. ¿Cómo explico que soy como soy con todo el mundo? Hasta el día de hoy he sido coherente con lo que soñaba o esperaba de la música. Es una cuestión de conciencia. No quiero aspirar a nada más ni vender más. No me interesa la ambición, no creo que sea mala, pero yo no tengo esa ilusión. Sé que muchos piensan que si dijera tres chorradas más vendería tres discos más. Pero esa distancia que guardo, el refugio que tengo, mi familia, mis amigos, son una necesidad. Entre ellos no importa los discos que venda o las veces que he salido en televisión, y su visión es lo que me sostiene. Muchos me dicen que parece increíble que no haya perdido la cabeza después de la vorágine musical en la que me vi envuelta hace tres años. Si sigo siendo la misma es por esta distancia que me libera, en Lanzarote, en mi soledad. Mi trabajo es la mitad de mi vida. Cuando das la mitad de tu vida a la gente, nadie se puede quejar de no recibir la otra parte, y si se me exige, dejo la música, los escenarios, dejo de cantar. Soy una persona de raíces. Necesito volver a casa.

P. ¿Y sabrá irse cuando perciba que el público se ha saturado de Rosana?

R. No me costará esfuerzo. Me retiraré de los escenarios, dejaré de cantar, nunca de componer, porque entiendo la vida componiendo. Ojalá mis canciones llegaran al centro de la Tierra, pero yo no quiero ir detrás de ellas. Quiero que mis canciones vivan por sí mismas. Es bonito dejar un buen recuerdo, no una leyenda. La leyenda no me emociona, sólo el recuerdo.

P. ¿Qué música escucha ahora en la gira?

R. Escucho la radio, pero intento no escuchar mucha música en las giras porque me da por estudiarla, analizar hasta lo más nimio. Y no me quiero dejar influenciar. Pero, por supuesto, ahí están tus gustos. Cuando me preguntan por música, todo el mundo sabe que me encanta Serrat, pero recuerdo canciones de mi vida que son una balada heavy, una de baile, una de soul, o jazz. No hay un estilo que prevalezca: prevalecen las canciones.

P. ¿Por qué no compone letras políticas? ¿Cree en el cambio a través de los partidos?

R. Creo en las personas. Que estén en un partido o en otro es una cuestión en la que no entro. Creo en el cambio de nuestro entorno.

P. Parece muy fuerte.

R. Soy igual de fuerte e igual de débil que todo el mundo.

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