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Tribuna
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¡Qué gentuza!

Estoy casi reventado. No, no digan que nos quejamos de todo. Sí, es verdad, no ha hecho tanto calor, pero han sido cuatro horas y media sin ninguna bajada que nos permitiera andar sin dar pedales. Además, salimos de los Pirineos pensando que ya quedan pocos días y que no quedan más dificultades y el cuerpo inconscientemente se relaja, y luego se rebela cuando te toca ir a 50 todo el día. En un principio y sobre el papel, la etapa era muy llana, pero el comienzo era más complicado. Era terreno ideal para los intentos de cortes. Eso nos olíamos y eso ocurrió. En el primero se metió Jon, con lo que teníamos todo cubierto, incluido el asunto de la clasificación por equipos, que aunque parezca que lo tengamos difícil por la contrarreloj de mañana, aún hay que lucharlo. Después estuve yo atento con César Solaun, y justo ha salido uno en el que no entramos. En él iba un Festina, por lo que peligraban los equipos, y también Heulot. Pero yo no me preocupé mucho, porque vi que el mapei Lanfranchi se quedaba sin reaccionar y ya supuse que su equipo se pondría a tirar para echar abajo la escapada. "Yo no me meto", me dije, "que aquí atrás van a trabajar. Me quedaré recuperando". Enseguida, efectivamente, se puso el Mapei a cazar, pero no rebajaban, y pidieron ayuda al Polti, y tampoco. Así que se les dejó tranquilos coger tiempo. Pero al rato se oyó el run run de que si seguían así Heulot se podía meter entre los 10 primeros de la general y ya se organizó todo en serio, con cuatro equipos tirando. Mapei, Polti, Rabobank y Cantina hicieron el trabajo y nos pusieron a todos a 50-55 por hora. No hemos parado de dar pedales ni un minuto, nada. No hemos podido recuperar el aliento. Sí, parece que es fácil rodar en pelotón, pero cuando se sale de una curva o así, notas que te falta chispa y te cuesta un mundo cerrar un hueco de dos metros.

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Y, al final, lo lamentable. Algún desaprensivo se ha dedicado a tirarnos ácido cuando pasábamos. Yo, menos mal que tenía gafas, aunque aun así he sentido que me ardían los ojos y un ahogo y una tos tremenda. Me he echado agua a los ojos y me he enjuagado la boca y lo he superado. Pero otros, como Madouas, que no llevaban gafas, por poco se ahogan y han tenido que pararse. Allí se quedaron, tosiendo, tosiendo, y han perdido bastante tiempo. Hay gente que no entiende nada. No sabe que bastante tenemos ya, que llevamos 3.000 kilómetros pedaleando, y van y dicen "vamos a divertirnos echándoles ácido a estos pringadillos". ¡Qué gentuza! Esto sólo pasa en Francia. El otro día, Rinero por poco embiste a uno que le dijo que sin EPO ya no corría tanto; y hay otros que se dedicaron a ponernos en la espalda pegatinas con una jeringuilla y a llamarnos dopés. Y a Mancebo un día le tiraron un huevo.

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