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Los autores defiende la viabilidad del complejo

Anatxu Zabalbeascoa

El proyecto Barça 2000 configura una nueva topografía con forma de isla verde que encubre aparcamientos, y el parque temático, sirve para integrar y ordenar todas las instalaciones del Barça (Nou Camp, Miniestadi, edificios de oficinas, Palau Blaugrana y otros servicios) en un gran parque ciudadano de acceso público. Enric Batlle y Joan Roig, los arquitectos ganadores del concurso convocado por el FC Barcelona, aseguran que el proyecto beneficia a todos: a los ciudadanos -que contarán con un nuevo parque-, al Barça -que podra así ordenar sus instalaciones-, a los vecinos -que sacarán provecho del nuevo comercio, de la nueva actividad cívica de la zona y de la descongestión que supondrán los aparca- mientos- y a los aficionados al fútbol -que podrán utilizar cómodamente las nuevas infraestructuras-. "Actualmente la zona urbana que rodea el campo del Barça tiene una vida extrema entre la superpoblación que sufre cuando hay partido y el vacío del resto de la semana. Con la construcción del parque y la instalación de los nuevos comercios, la zona mejorará doblemente: en lugar de tener instalaciones deslavazadas y coches aparcados, habrá un parque, no se verán los coches aparcados en el subterráneo y aparecerán nuevos comercios". Techos y suelos La idea de manipular la cota de una ciudad, de hacer de los techos suelos y de los suelos techos no es nueva. Otro arquitecto español, Alejandro Zaera, ganó un concurso internacional para proyectar la terminal del puerto de Yokohama con un proyecto en el que los pasajeros llegaban hasta el muelle de embarque caminando por un parque que era, a su vez, la cubierta del edificio de la terminal. Norman Foster confundió suelos y techos en su intervención en el Salisbury Center y, en Holanda, un país hiperpoblado en el que el paisajismo es valorado como un bien escaso, el estudio de arquitectura Mecanoo proyectó la biblioteca de Delft enterrada bajo un plano inclinado de césped. Joan Roig precisa: "Tal vez por tratarse de algo extraño en España, algunos vecinos se muestren reticentes". A propósito de esas reticencias, Roig cita otro ejemplo barcelonés, el de L"Illa de la Diagonal. "El edificio de Rafael Moneo y Manuel de Solà Morales es, en realidad, un rascacielos abatido, y gracias a esa inversión tipológica es capaz de concentrar gran cantidad de usos que benefician al ciudadano. A la vez, y precisamente por su gran tamaño, el centro comercial contribuye con su rotundidad y secuencia a la forma de la ciudad".

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