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EL CAMINO HACIA LA PAZ

La CIA asume su culpa en el bombardeo de la Embajada china

El Gobierno de Pekín exige explicaciones lógicas y el castigo a los responsables

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) ha asumido oficialmente su responsabilidad en el bombardeo de la Embajada china en Belgrado el pasado 7 de mayo por boca de su director, George Tenet, quien ha declarado que el "bombardeo no tiene justificación". La CIA ha elaborado un informe sobre el caso, que sigue envuelto en el misterio, y cuya explicación por parte de EE UU aún no ha satisfecho al Gobierno de Pekín, que exige el castigo de los culpables.

Fuese un error o no, el director de la CIA ya ha anunciado que la agencia "no se va esconder detrás de excusas como la falta de tiempo o el exceso de trabajo de los agentes". "Precisamente, cuando la presión es más intensa es cuando el presidente y los norteamericanos esperan que seamos capaces de conseguir los mejores resultados. Claramente en el caso de la Embajada china, esto no ocurrió. No tenemos justificación", añadió. El Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes tiene previsto dedicar una sesión pública a mediados de julio para revisar toda la información disponible, y lo mismo planea hacer el comité correspondiente del Senado.

El inspector general de la CIA ha elaborado un informe sobre lo ocurrido que aún no se ha hecho público, pero que ya manejan algunos congresistas y al que ha tenido acceso The Washington Post. La CIA no era el organismo encargado de seleccionar los objetivos de los bombardeos contra Yugoslavia, pero la intensidad de la campaña hizo que la OTAN pidiera ayuda al espionaje estadounidense para poner en pie nuevas listas de objetivos. Un alto responsable del Departamento de Estado, informa el diario, asegura que la CIA encontró, a través de Internet, las señas del Directorio de Abastecimientos y Adquisiciones -el organismo gubernamental yugoslavo encargado de la compra de armas- y lo propuso como objetivo para ser bombardeado.

Las señas eran correctas, y al buscar el lugar mediante fotografías aéreas se determinó el sitio que se creía exacto con la ayuda de numeraciones de calles paralelas. El problema es que el último mapa actualizado de Belgrado que manejaba la CIA tenía datos anteriores a 1996, la fecha en la que la Embajada de China se trasladó y ocupó el edificio que le servía de legación, muy cercano al Directorio.

Thomas Pickering, subsecretario del Departamento de Estado, acaba de viajar a Pekín para intentar aclarar lo ocurrido. El Gobierno chino le dijo que las explicaciones eran "ilógicas" y que la incapacidad para detectar errores parecía "inconcebible".

La cadena de errores no se detuvo ahí: antes del bombardeo, un responsable de grado medio de la CIA -según el informe antes mencionado- había hecho llegar a sus superiores su impresión de que el edificio designado no era el organismo militar yugoslavo que se suponía, sino la Embajada china. "No estoy seguro de que sea el edificio buscado", habría dicho este agente. Su advertencia no llegó jamás a los niveles adecuados, ni en Washington ni en Europa.

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Tras la visita de Pickering, Pekín ha pedido el castigo de los culpables. Por ahora, al menos un agente de la CIA involucrado en el asunto y preocupado por las consecuencias que pueda tener se ha puesto en manos de un abogado. Roy Krieger, que no ha querido identificar a su cliente, ha declarado: "Nos preocupa la enorme cantidad de presión política que hay para culpar a alguien, para que haya culpables individuales".

En el Congreso, las opiniones se dividen. Para Richard Shelby, el republicano que preside el Comité de Inteligencia del Senado, "si se determina la culpabilidad, debería haber responsabilidades". En cambio, su compañero de partido que dirige el comité equivalente en la Cámara de Representantes, Porter Goss, señaló: "Creo que se trata de una serie de errores explicables. Personalmente, no veo nada que nos obligue a cortar cabezas".

Y, mientras, Washington se ha enzarzado en otra polémica con Pekín. Dos de las tres víctimas del bombardeo eran espías, y no periodistas, según The New York Times, una afirmación corroborada después por un alto funcionario del Gobierno estadounidense. China lo ha negado y reitera su versión.

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